Conociendo el barrio

Conociendo el barrio

Ya han pasado dos semanas desde el último post, desde aquella primera toma de contacto con la vida que aquí nos esperaba. La verdad que hemos tenido mucho trabajo y casi no he tenido tiempo de organizar mis ideas para escribir…pero quiero contar lo que hemos hecho durante esos días antes de explicaros el viaje a Estancia, del cual acabamos de aterrizar ayer.

Tras dos días de orientación, organización y coordinación,  salimos de esta burbuja de tranquilidad dentro del bullicio de las calles de Manila. Lo primero que hicimos fue visitar la antigua casa de las SSJ en el barrio de Quezón, situada en una callejuela estrecha y sin salida. Por fuera parecía vieja y mugrienta, pero pasando por aquella entrada pequeña y angustiosa, vimos que por dentro era espaciosa, y además estaba limpia y ordenada. Todo ello, gracias a algunas de las trabajadoras del Taller de Quezón, que viven allí.

El barrio en el que se encuentra es una conjunción de calles que forman un laberinto de puestos callejeros, tiendas a pie de calle, niños correteando, gallinas que parecen cantar su muerte anunciada y triciclos que pitan sin cesar. Este desorden ordenado nos lleva a la Manila de a pie de calle, la Manila calurosa, alborotada y llena de vida.

De vuelta a casa, puesto que empezaba a llover, cogimos nuestro primer triciclo. Al decir yo que uno para cada uno, se echaron a reir, ya que suelen ir muchos más, y nuestro viaje de vuelta lo hicimos con dos personas, más el conductor, en la moto, y tres personas en el carrito, toda una odisea. Pero fue muy divertido, sobre todo con el traqueteo y el sortear todo tipo de obstáculos que te encuentras en el camino.

Durante la semana y domingos impartimos clases de español a las SSJ y a trabajadores de la casa. Y como ya dije en algun post anterior, una vez a la semana vamos a la Holy Family School a dar clases alli. Nuestros grupos son variopintos y ,en la HFS tenemos grupos de 48 chicas de dieciséis y diecisiete años.

Mi grupo en la casa es de nivel intermedio y el enseñar el castellano ha supuesto un reto muy grande, no te das cuenta de lo difícil que es tu propia lengua hasta que empiezas a enseñarla. Ellas están muy contentas con nosotras y vienen con muchas ganas a las clases, así  que eso nos motiva el doble, aunque nos lleve mucho tiempo prepararlas.

La primera semana fue el cumpleaños de Erline y lo celebramos en una de las clases.

Aquí, en los talleres de Quezón, las trabajadoras tienen todo muy organizado y nos asombra ver lo cuidadosamente que trabajan. Su horario es de mañana y tarde, y alguna tiene niños que aún son pequeños para ir al colegio, así que se les ofrece la posibilidad de que los traigan aquí. Josefina y yo, cuando sacamos tiempo, nos acercamos a la guardería a ver y jugar con los pequeños.

Aunque al principio se esconden detrás de las piernas de la cuidadora, enseguida empiezan q jugar con nosotras y a reirse. Siempre nos sacan una sonrisa.

Diana. Filipinas. 4 de agosto de 2016.