Caminando por los Andes peruanos
Es mi tercer paso por estas preciosas tierras serreñas, desde que en 2011 tuve la suerte de venir al lindo Perú por primera vez. Muchas cosas han cambiado: un Cuzco más urbanizado y “en construcción” que recibe a “invasores” en sus lomas de manera constante; gente del campo que llega para instalarse en la ciudad en busca de un empleo que no les es tan difícil encontrar. Carros, cada vez más carros.
Grandes áreas reforestadas en las alturas, con pinos medianos, donde antes sólo había estacas recién plantadas… Cambios políticos, cambios sociales, una mayor implicación de los diferentes niveles de gobierno en proyectos de promoción económica y de inversiones… En fin, parece que un mayor dinamismo que influye en la mejora de las cifras macroeconómicas del Perú en su conjunto.
Pero hay cosas que no cambian demasiado, después de una semana asomándonos a la realidad de las comunidades alto andinas con las que trabajamos, y algunas de ellas son la desigualdad, la inequidad, la falta de acceso a los recursos, el friaje cada más intenso que les enferma, el sol que abrasa a los pequeños, la poca disponibilidad de alimentos en muchos casos, la violencia y la vulneración de los derechos de las mujeres y la infancia…
Ahora bien, en medio de todo esto, esta semana hemos compartido y aprendido de titanes poderosos, como los dioses de la mitología griega. Gente a la que nada se le pone por delante y, ante un día a día complicado, construyen, inventan, crean, acompañan, ríen… DAN VIDA… Gente como Lili, Cristi, Santos, Raimunda, Francisco, Wilfredo, Mery…y tantos otros y otras.
Hemos vivido con alegría la gran mejora del trabajo de coordinación con otras instituciones que se impulsa desde la Wasi Nazaret de Checacupe. Además de atender los casos de violencia familiar, ahora se coordina con el Municipio, el Ministerio de la Mujer y otras instituciones, para formar a promotores de Derechos Humanos en las comunidades y a jóvenes líderes, o para combatir la trata de personas en la región de manera coordinada.
Hemos degustado la tortilla española de los jóvenes del CETPRO de Checacupe, que se están formando profesionalmente en Gastronomía. Un centro de formación que surge como extensión del CETPRO de Urcos, donde hoy día estudian alrededor de 50 jóvenes y señoras…
Y que hoy visito con orgullo después de que en 2011 nos sentáramos a hablar por primera vez con las Hermanas de la posibilidad de poner en marcha un centro así, con el apoyo del municipio y del Estado.
Igualmente, con los compañeros del CCAIJO hemos visitado a un montón de familias de los Distritos de Andahuaylillas, Ccatcca y Ocongate… hombres y mujeres que nos muestran con orgullo y agradecimiento sus galpones de cuyes, sus vacas, los quesos que producen en las pequeñas plantas familiares que han puesto en marcha.
Todos ellos han entrado desde hace años en la dinámica de mejorar sus producciones, de transformarlas para poder así conseguir un mayor beneficio por la venta en los mercados locales. Y es un gusto comprobar como, en cierta medida, hemos contribuido a ello desde Taller de Solidaridad.
Estos días hemos vivido y comprobado los avances de estas familias, que participan de un proceso de desarrollo integral donde la parte de promoción socio-económica ha de venir siempre acompañada de un trabajo de mejora de sus viviendas, haciéndolas más saludables, más organizadas…y también algo más calientes con el proyecto de generación de biogás en las viviendas, que impulsamos gracias a la AECID, y que les permitirá generar energía con los residuos de sus propios ganados para cocinar y también para calentarse. Esto, en un medio donde las temperaturas en la época del friaje pueden bajar a los -20ºC (y lo hemos “sufrido” en nuestras propias carnes estos días), es un verdadero regalo.
Todas estas mejoras en la calidad de vida de las familias nos hablan de que algo se está haciendo bien por parte de las ONGs que apoyamos estos proyectos. Y el futuro aquí, ante la mayor posibilidad de inversiones públicas por parte de los gobiernos locales, pasará por seguir apoyando a las personas, a los profesionales implicados de las organizaciones para que sigan capacitando a la gente, dándoles asesorías, mejorando su organización, acompañándoles en estos procesos de mejora.
Ahora nos marchamos de Cusco con “la pila cargada” como dicen acá. Porque pensamos que merece la pena seguir trabajando y apostando por estos procesos de cambio, de mejora de las condiciones de vida de estas comunidades del Perú, excluidas del crecimiento del PIB del país.
Sonia y Jesús (Técnicos de Tds) en Perú