Carmen, responsable del proyecto Lápices que escriben futuro

Cuando una mujer recibe formación cambia su futuro y el de su comunidad

“En la graduación de la primera promoción de 19 mujeres lloré de emoción al ver de qué manera se han empoderado. Mi sueño es que podamos celebrar muchas de estas graduaciones…”  

Carmen Gómez Calleja, responsable del proyecto de Lápices que Escriben Futuro en Bolivia. 

Agradezco a Dios, a la vida y a mis padres que me han permitido escoger mi profesión: soy maestra. 

Mi primer trabajo en un colegio me abrió un espacio amplio de relaciones; fue importante formar parte de una comunidad educativa de estudiantes, docentes y familias. 

El trabajo en equipo con las/os docentes me enseñó que nuestra profesión requiere dedicación generosa, creatividad, aceptación de cada persona como es, y una dinámica de formación permanente. 

Como educadora de adolescentes descubrí la importancia de esta etapa de la vida para las personas. Las estudiantes difíciles, rebeldes demandaban atención, paciencia, cariño, valoración. En estas situaciones fue muy importante mi comunicación con las familias. Solía venir la mamá y en la conversación me daba cuenta de que los problemas familiares estaban en la raíz de los comportamientos inadecuados de las estudiantes. 

La escucha a las madres de familia, que me contaban sus dramas, me permitió estar cerca del sufrimiento de las personas; he podido ofrecer confianza para el desahogo y en algunos casos apoyo emocional y amistad. Siempre he dado mi tiempo a madres e hijas más allá de mi horario escolar y generalmente me lo han agradecido.  

He visto el crecimiento de las personas en esta etapa del colegio y el cambio de actitudes de las personas difíciles que apoyé y esto me produjo mucha satisfacción personal a lo largo de mi vida. 

Actualmente, trabajo en un proyecto de educación técnica de mujeres que vienen de una realidad muy dura de exclusión. La mayoría han venido en el nivel de analfabetismo y en un proceso formativo de tres o cuatro años han logrado el título profesional de técnicas en confección textil. A la vez han accedido a trabajos que les permitieron conseguir recursos para mejorar su calidad de vida y la de sus familias. 

En la graduación de la primera promoción de 19 mujeres lloré de emoción al ver de qué manera se han empoderado. Hicimos una ceremonia muy solemne y estaban muy elegantes con el uniforme confeccionado por ellas mismas. Se acercaban a recibir el certificado acompañadas por sus hijos/as que se sentían muy orgulloso de lo que sus mamás habían logrado. 

Mi sueño es que podamos celebrar muchas de estas graduaciones. 

 

Las mujeres representan 2/3 de los 750 millones de adultos sin alfabetizar, según la UNESCO