Del Mediterráneo al Pacífico
Una vez que hemos llegado no tiene ya sentido pensar en las piedras del camino, ni en los problemas con una página web fraudulenta para hacer el visado de EEUU, ni en las carreras por Barajas porque nos quedábamos en tierra, ni en los registros como si fuéramos delincuentes, ni en la cámara olvidada en un avión como si no supiese que su función era importante y ya no la iba a cumplir: retratar para el mundo la realidad de Perú. La realidad vista por dos malagueñas que asoman sus ojos a un nuevo mundo llenos de ilusión y miedo.
Ya no tiene sentido pensar en esas dificultades salvo para aprender a hacer de cada problema un reto y mirar al camino con la valentía de atreverse a andarlo.
Ya hemos llegado a Lima y entre tantas miradas descubrimos una dulce con nuestros nombres en un papelito, la de Cristina, a la que le tocó madrugar para recibirnos con un abrazo que nos dio el calor que le faltaba a la mañana fría de Lima.
Las 6,30 de la mañana y la ciudad despliega todo su ser en medio de un gran bullicio. En el taxi limpio y bueno que nos llevaba nos sentimos privilegiadas entre el ruido, la suciedad y el trabajo mundicio que nos rodeaba. El Collao es la zona cercana al aeropuerto y la peor tarjeta de visita para el que llega. Ya en la casa un desayuno y una charla agradable nos llevan a la reflexión.
La madre Nimia,de una edad y una ternura incalculables, nos cuenta que ya son pocas en la congregación. Tenían una casa cuna para niños necesitados, hijos de madres solteras que necesitaban su apoyo para salir a buscar trabajo pero la falta de ayudas les obligó a cerrarla. Ahora se limitan a la pastoral y cubren sus necesidades alquilando las habitaciones a personas como nosotras, siempre recomendadas por alguno de sus conocidos. La casa de Argentina ya ha desaparecido y en Perú quedan pocas monjas y la mas joven tiene mas de setenta años.
No hay vocaciones, nos habla de grandes proyectos realizados por gente buena y entregada como la madre Brenda que ayudó a crear un lugar para niños de la calle organizando una pequeña orquesta con instrumentos propios del folkloe de Perú. Fue dura su labor sin duda pero tan bonita que llenó de sentido sus últimos años ¿quien llevará ahora a cabo estos proyectos que necesitan tanto de fe como de dinero?
Las que nos acogen son las hermanas de la congregación de San José de la Aparición. La primera frase que me emocionó fue la primera que nos dijeron al pedirles disculpas por haberles hecho perder su misa: “compartir ell desayuno hoy con vosotras es nuestra misa”.¡Que concepto tan bonito de la misa es el compartir el pan!
Llegan Lucrecia y Liliana a conocernos con su pequeño dulce de ofrenda y la ilusión de compartir un mes de experiencias, pero antes un poco de turismo y nos traen a los mejores guías: las dos Maria Isabel, madre e hijas nos llevaron sin ningún reparo a conocer Lima: en la playa de los chorrillos (antes entre las rocas caían chorrillos de agua) los surfistas luchan contra las frías y duras olas del Pacifico. Atrás, quedaron nuestras conocidas aguas del Mediterráneo, ahora paseamos por las calles antes transitadas de bohemios pintores y escritores de la zona del Barranco como si fuésemos José Antonio inspirando a Chabuca Aranda mientras derramaba mesura del puente a la alameda. Pero para volver a la realidad nada mejor que alimentarla con chicharrones antes de continuar camino por el parque Kenedi (el de los gatos), la iglesia de Santiago, la municipalidad de Surco y Miraflores. Al día siguiente se nos unió su marido y éste nos contó la historia del Señor de los Milagros: durante el tiempo de colonizacion los esclavos pintaron un Cristo en un muro, los colonos mandaron derribarlo pero no pudieron, después un terremoto tiró todo lo de alrededor pero también lo dejó intacto. Para algunos aquello fue un milagro.
Visitamos tambien la iglesia de San Francisco con su hermosa biblioteca llena de incunables e iluminada por claraboyas, su coro donde antaño sonarían sus cánticos gregorianos. En sus paredes, cuadros de Zurbaran y la última cena de Diego de la Puente que representa en la mesa los alimentos más típicos de Perú: al parecer Jesús eligió kui, rocoto, limón y papas para despedirse de sus discípulos.En las catacumbas los restos de franciscanos y benefactores en fosas hechas de cáscara de huevos, cal y piedra.
Los primeros asentamientos fueron en el cerro San Cristobal y hoy da una imagen alegre de casas de colores. Allí iban San Martin y Santa Rosa de Lima a cuidar de los indigenas, un pueblo de mezclas y diversidad: “aqui el que no tiene de inca tiene de mandinga”. Un chupito de Pisco sur (aguardiente, limón, clara de huevo y angostura) y ponemos rumbo al Templo de Pachacama, preinca, asimilado por los incas cuando llegaron a la costa y convertido en templo del rey Sol, tiene su Mamacona, edificio para las mujeres, la pirámide con rampa, el Taurichumi (hoy cementerio) y el templo pintado donde se hallaba el Oráculo hasta la llegada de los españoles. Fue un centro ceremonial de sucesivas sociedades hasta que al llegar Pizarro exigió todo el oro y quebró el ídolo en presencia de sus seguidores.
Dejamos aquí Lima con sus tesoros y miserias porque seguimos nuestro camino hacia Urcos pero ya dejamos parte de nuestro corazón junto a la buena gente que conocimos.
Por Estrella García
Urcos – Perú
15-08-2016
Que experiencia! Esto te va a marcar y cambiara tu modo de ver el mundo.
Espero q sigais teniendo experiencias positivas !
Cuidaros mucho