En Taller de Solidaridad nos sumamos a los esfuerzos de la comunidad internacional para buscar soluciones que contribuyan al logro de un desarrollo sostenible, erradicar la pobreza; promover el pleno empleo y el trabajo decente, la protección social universal, la igualdad entre los géneros y el acceso al bienestar social y la justicia para todos y todas.
Durante la pandemia de la COVID-19, que inició hace ya dos años, la justicia social a nivel mundial ha retrocedido a pasos agigantados, la desigualdad y la injusticia sigue formando parte del día a día de la mayoría de la población del planeta. Aunque a nivel internacional se han mantenido los esfuerzos para la promoción y consecución de la justicia social -un ejemplo de ello sería la Agenda 2030, de la que tanto se habla-, ha valido una crisis sanitaria y económica para tirar abajo los avances logrados durante los últimos 10 años en materia de desarrollo.
La otra pandemia, que afecta a gran parte de la población en situación de vulnerabilidad, es la de la pobreza y el hambre. En un planeta en el que se produce comida suficiente para alimentar a toda la población mundial y donde se alaba el nivel de desarrollo de las grandes potencias mundiales, en 2022 nos encontramos con que el 9,1% de la población vive en situación de pobreza y el 8,9% de la población actualmente pasa hambre (FAO, 2021).
Desde los países donde Taller de Solidaridad tiene presencia con iniciativas de cooperación internacional hemos podido apreciar las consecuencias indirectas de la pandemia. En América Latina y el Caribe, solo en 2020, 59,7 millones de personas se encuentran en situación de subalimentación, frente a los 45,9 millones de personas que se encontraban en esa situación en 2019. Y 287 millones de personas viven en situación de pobreza, frente a los 224 millones de personas en situación de pobreza que había en 2010 (CEPAL, 2022). Y si nos fijamos en la situación de las mujeres, ésta sigue siendo alarmante. La COVID-19 también ha acentuado aún más la desigualdad de género, el desempleo ha aumentado en mayor medida en las mujeres, los cuidados han recaído, en su mayoría, en las mujeres y la conciliación sigue siendo hoy en día una utopía.
La misión de TdS es “impulsar la igualdad de género y la justicia social para los colectivos más vulnerables, con enfoque prioritario en las mujeres”, y lo hacemos a través de los diferentes proyectos e iniciativas que desarrollamos.
En países como Perú, donde la pobreza ya alcanza al 50% de la población del país, donde los niños y las niñas aún no han podido volver a las clases presenciales desde el inicio de la pandemia, donde la libertad de expresión está cada vez más debilitada, el trabajo informal aumenta frente al formal, la subalimentación sigue aumentando o donde se vulneran de manera continuada los derechos de los pueblos indígenas. Desde 2020 hemos puesto en marcha proyectos que buscan fortalecer la soberanía alimentaria de la población rural y asegurar y fortalecer sus medios de vida, en zonas tan diferentes como la selva amazónica y la sierra andina.
Y también en España, donde nuestra contribución se centra en promover la educación de una ciudadanía global comprometida con la justicia social, desde edades tempranas, y lograr su movilización para que ésta sea una realidad.
Desde TdS seguimos creyendo que lograr la justicia social es posible y es por eso que durante los últimos dos años hemos puesto en marcha proyectos para paliar las consecuencias de la COVID-19, en línea con los principios solidarios y prioridades de diferentes administraciones públicas españolas, como la Xunta de Galicia o la Generalitat Valenciana, que han apostado por la cooperación como herramienta de solidaridad para colaborar con las poblaciones más afectas y promover su recuperación económica.
Porque si algo ha dejado claro esta pandemia, es que el mundo está más conectado que nunca, que somos dependientes los unos de los otros, y que el bienestar y la justicia social, no serán realmente efectivos hasta que todas las personas podamos disfrutarlos de manera efectiva.