Diario de mi segunda semana en Piura
Esta segunda semana ha sido diferente a la primera, una semana de normalidad en Canat; ya se acabaron las vacaciones divertidas y los niños y niñas vuelven a su rutina habitual.
El lunes, junto a Miriam, hermana de una de las mujeres que lleva Canat, estuvimos en el Bajo Piura, visitando las zonas que fueron más afectadas por el fenómeno del Niño. Se trata de una zona muy pobre, con muchos caseríos. Tuvimos la oportunidad de caminar entre estos y nos impresionó el daño que, efectivamente, han causado estas lluvias torrenciales y que aún no ha podido recomponerse. Íbamos en grupo, visitando casa por casa; Miriam está intentando montar una asociación o cooperativa de mujeres que se dedican la artesanía de gorros, cajitas… Las mujeres nos recibían en su casa y nos mostraban su trabajo diario. Me pareció que su trabajo tiene mucho mérito, pero está poco reconocido y valorado. Muchas horas de trabajo y muy mal pagado. Lo que, una vez más, demuestra que la mano de obra, el primer eslabón de la cadena de producción es quien hace el trabajo más duro y el menos valorado y reconocido. Después estuvimos dando vueltas por los caseríos, la gente salía a la puerta de su casa y nos observaba con cierta desconfianza. Ese día me acercó un poco más a la realidad de los caseríos que rodean a Piura y descubrí un nuevo tipo de pobreza que no conocía.
El martes estuve en Manitos Trabajando, este es un programa al que asisten los niños y niñas que trabajan en el mercado, después del colegio se duchan allí, comen y les ayudan a hacer sus tareas. Además, aquí pueden encontrar un momento para divertirse, un poco de tiempo libre junto otros compañeros y compañeras. Nuestra tarea allí es hacer que los niños y niñas se duchen; les cuesta mucho debido a que el agua está muy fría y no tienen hábitos. Después comemos juntos, es un momento en el que charlamos e intentamos que acaben todo lo que hay en el plato; muchos de estos niños y niñas sufren o han sufrido desnutrición. Algunos tienen problemas de crecimiento debido a esto, es por lo que en Canat se intenta que aumenten de peso y sobre todo que tengan una alimentación equilibrada con platos variados y saludables. También se hacen juegos para que aprendan valores.
El miércoles de nuevo volvimos al Bajo Piura, pero esta vez de una manera diferente. Fuimos con las chicas de Creciendo Juntos. Este programa de Canat ofrece, a los chicos y chicas que no han ido al instituto, la oportunidad de aprender un oficio. En concreto existen tres ramas de formación: cosmetología, industria de ropa y cocina. Esto les ayuda a conseguir un trabajo; tras la formación hacen prácticas y la mayoría son contratados al finalizar éstas. Son chicos y chicas entre 15 y 18 años que tienen muchas dificultades familiares. A lo largo del día acompañamos a estas chicas a sus casas, pudimos comprobar el largo camino que tienen cada día para desplazarse a Canat, tardan horas y tienen que coger varios vehículos para llegar. Las casas donde les íbamos dejando están hechas con madera muy fina, baño o caña, no tienen agua, ni luz y se encuentran bastante alejadas unas de otras, daba la sensación de que muchas de ellas están perdidas en medio del campo. Es muy triste la situación en la que viven y es fundamental valorar el esfuerzo que hacen cada día al desplazarse a Canat, en busca de una mejor situación que la que han tenido sus padres. Un esfuerzo admirable por perseverar para conseguirlo; pese a las dificultades son ellos y ellas los que deciden asistir a la formación en Canat.
El jueves estuve en Manitos Trabajando. Muchos de los padres de los niños y niñas que asisten a este programa trabajan en el mercado que hay junto al centro y sus hijos e hijas les ayudan en su trabajo.
Finalmente, y como una imagen vale más que mil palabras, me gustaría mostraros la situación en la que viven estas niñas.
Unas niñas cuyo esfuerzo tiene un gran mérito. ¡Ojalá que, a pesar de la situación a la que se enfrentan, la vida les dé la oportunidad de conseguir lo que quieren!… porque detrás de cada uno de sus rostros hay sueños, sueños que pueden o no cumplirse, pero lo cierto es que lo que verdaderamente importa hoy es el valor de su esfuerzo.
Clara
Piura – Perú. 2017