Tras conocer que el proyecto previsto para este verano se cancelaba debido a los conflictos sociales y políticos en Nicaragua, desde Taller de Solidaridad se nos ofreció la posibilidad de realizar nuestro voluntariado en Cuba, la isla del color y sabor.
Por supuesto, Josefina y yo aceptamos sin dudarlo, y el 4 de julio nos montamos en el avión rumbo a La Habana. Allí, en el aeropuerto, nos esperaban con los brazos abiertos Esthercita e Isabel, dos de las Siervas de San José de las que hablaré en mi entrada sobre nuestro trabajo en Miramar, el asilo de ancianas que las hermanas gestionan y administran con tanto cariño y eficacia en la capital, y que será la última etapa de nuestra estancia aquí.
Después de una jornada en la que pudimos intuir cómo funciona su día a día en la residencia, el viernes, tras un largo trayecto en “carro”, llegamos a nuestro primer destino en Cuba: Jarahueca.
Allí actualmente, se encuentran Midiala, Consuelo y Terita, tres Siervas que trabajan durante el año ofreciendo refuerzo escolar a niños de Educación Primaria en un proyecto apoyado por Cáritas, dentro de los denominados Grupos de Desarrollo Humano. Midiala y Terita son dos cubanas de las que destacar su dulzura y buena acogida, y, Consuelo, una salmantina llena de energía y buen humor, que durante muchos años desempeñó su labor en Argentina, y que ahora demuestra su fortaleza en este pequeño pueblo del centro de la isla, siempre a disposición de quién más lo necesite.
Ese mismo fin de semana, se llevó a cabo en la casa donde las hermanas habitan, un encuentro entre adolescentes de la zona con situaciones difíciles, y para su organización y desarrollo, acudieron dos personas más: Maria Isabel, una joven Sierva de la que destacar su simpatía y buen corazón, y Rayner, un joven logopeda y psicopedagogo de un pueblo cercano, con un carisma especial y con una gran capacidad para conectar con ellos. Además de contar con nosotras en todo momento, haciéndonos partícipes de todas y cada una de las actividades de la convivencia.
Catorce chicos y chicas de comunidades de la provincia de Sancti Spíritus llegaron el sábado por la mañana con mucha ilusión y cierto nerviosismo. Josefina y yo dirigimos la dinámica de presentación que hizo que pudiesen “romper el hielo”, y a lo largo del día participaron en diferentes juegos, gymkhanas, dinámicas y canciones, que poco a poco, nos iban dejando intuir las aptitudes y actitudes de cada uno de ellos. Son adolescentes con muchas ganas de crecer como personas, de buscarse un buen futuro, saben lo que quieren y conocen las dificultades de vivir y sobrevivir en el país que han nacido. Cuba es un lugar lleno de posibilidades, pero también de tantas limitaciones, que soñar con un porvenir en un lugar que no sea fuera de este país, es una utopía.
El domingo también fue un día repleto de actividades, dentro de las cuales destacó la visita por la mañana en pequeños grupos, a personas enfermas o con dificultades del pueblo. Fue un encuentro intergeneracional muy emotivo, que abrió los ojos y corazones de los adolescentes y alegró la mañana a todas las personas que nos abrieron sus puertas. La tarde tuvo un carácter más introspectivo, compartiendo reflexiones y participando de manera activa, para finalizar con una Eucaristía en la capilla de la casa, a la que acudió gente del pueblo. Tras la celebración, Josefina y yo les contamos el origen de Taller de Solidaridad y nuestra labor dentro de ella.
El encuentro finalizó el lunes con un “paseo” con los adolescentes. En primer lugar fuimos a Trinidad, donde pudimos conocer la Iglesia Parroquial Mayor y la parte antigua, recorriendo sus calles pedregosas llenas de coloridas casonas coloniales y coches sacados de otra época. Después fuimos a la playa de Ancón donde nos pudimos refrescar a la orilla del mar, y pasar un par de horas de diversión dentro del agua, algo que estos adolescentes no pueden hacer normalmente. En nuestro camino de vuelta, hicimos una parada en el mirador del Valle de los Ingenios, que nos permitió admirar una magnífica panorámica que nos dejó con la boca abierta. Para concluir la jornada, subimos a una de las torres que ejercían de vigía en este valle dedicado al cultivo del azúcar. Fue un encuentro lleno de significado para nosotras, donde disfrutamos de cada segundo junto a ellos, comprobando que a pesar de las dificultades, son jóvenes que no pierden la sonrisa y luchan por sus sueños.
El martes, estando ya únicamente Consuelo, Midi, Josefina y yo en la casa, tuvimos la oportunidad de visitar a las familias con más necesidades del pueblo, explicándonos Consuelo la situación de cada una, y al dialogar con ellos íbamos acercándonos a una realidad cubana que hemos ido descubriendo al pasar los días y vivir experiencias que vislumbran una sociedad con apariencia alegre y sin preocupaciones, pero que tiene un trasfondo en el que el denominador común es la desesperanza y la impotencia.
El miércoles, nuestro último día en Jarahueca, participamos en un encuentro anual de formación de voluntarios de Cáritas, donde nosotras pudimos compartir cómo nació Taller de Solidaridad, la labor de nuestros comités en España, y cuál es nuestra visión del voluntariado, tanto del nacional como el internacional, respondiendo a todas las preguntas que con mucho interés nos planteaban.
Ese mismo día viajamos a Santa Clara, otro pueblo donde las Siervas de San José tienen presencia y muchos proyectos donde desarrollan su gran labor. De nuestro paso por aquí os hablaré en otra entrada, puesto que hay muchas cosas que contar, que no pueden quedar en el “tintero”.
Esta primera parte de nuestro voluntariado, donde hemos conocido a gente con tantas cosas que transmitir, viviendo en una sociedad que tiene tanta historia a sus espaldas, hace que merezca, como siempre, el “volver” , el “conocer “ y el “sentir” las historias de vida, miradas, cariño, abrazos y sensaciones que dan sentido a nuestro voluntariado. ¡Gracias por este regalo!
Diana
Cuba
Julio 2018
Me ha encantado. Diana como te conzco sé que estas disfrutando dando cariño a todos. Un abrazo muy fuerte para todod
Gracias por compartir la experiencia. El calor de Cuba contagia y enamora a todos los que se adentran a la vida sencilla del pueblo. Vuelvan e inviten a otr@s para que descubran y disfruten de ese pequeño Nazaret.
Felicidades Diana ,disfruta en tu nuevo viaje,
Qué bonita experiencia, Diana, estoy disfrutando contigo de ella. Nos permite conocer más nuestra presencia de Siervas de San José en Cuba. Gracias por tu generosidad en compartir tu vida con todos esas personas que a través de ti sentimos más cercanas estrechando los lazos de fraternidad para hacer este mundo más fraternos, humano y solidario.