Peruana, mujer y Sierva de San José. Ana María Calderón lleva toda una vida dedicada a las personas en situación de vulnerabilidad. Gran parte desde el Centro Wasi Nazaret de Atención y prevención de la mujer y la familia de Checacupe, departamento de Cusco, con el que colaboramos desde 2008. Hoy nos acerca la realidad que vive y con la que trabaja en su Perú natal.
¿Cuál es la situación que se está viviendo actualmente en Perú?
Estamos viviendo una crisis política. El gobierno de la presidenta Dina Boluarte se manifiesta abiertamente autoritario y esto se ha evidenciado por la respuesta militar y policial a todas las manifestaciones y protestas que exigían su renuncia y nuevas elecciones para este año 2023. Apoyada por la mayoría en el Congreso, no se ha aprobado el adelanto de elecciones generales; esto quiere decir, que tanto la presidenta como los congresistas se quedan hasta el 2026, haciendo caso omiso a más del 70 % de la población que exigía nuevas elecciones.
A la fecha, la gestión de la presidenta tiene más de un 77 % de desaprobación y el Congreso tiene un rechazo del 90%. La población reconoce que el poder ejecutivo y el legislativo buscan cuidar sus propios intereses. Por una parte, hay derroche de dinero, para pagar bonos a los policías, comprar más bombas lacrimógenas, asignar más presupuesto al Congreso para alimentación, entre otros escándalos; y, por otra parte, Boluarte dice que no hay dinero para hacer frente a los daños ocasionados por los huaycos (desborde de los ríos).
¿Crees que esta realidad se vive igual en Lima, que en el ámbito rural?
La represión frente a las protestas ha sido desproporcionada, sobre todo en provincias. Aun cuando los medios de comunicación de la capital no lo han invisibilizado, otros medios alternativos sí han dado cuenta del abuso policial y militar hacia la población, lo que ha ocasionado más de sesenta y cinco personas fallecidas, la mayoría de las víctimas pertenecían a comunidades rurales. Así mismo, en la mayoría de ellas se ha encontrado proyectil de bala, sin que el Gobierno o la Fiscalía reconozca que ha habido un exceso.
Desde tu experiencia, ¿por qué crees que se ha llegado a este punto?, ¿por dónde consideras que pasa la solución a esta crisis?
Desde que Dina Boluarte asumió la presidencia, la población, sobre todo el sur del país exigía adelanto de elecciones y nueva constitución, ahora piden que renuncie por las muertes de los hermanos en las protestas.
¿Qué creéis que podemos hacer desde fuera?
Ha sido valiosa la presencia de la prensa extranjera en esta crisis, porque eran quienes también daban a conocer lo que estaba pasando en las protestas, y muchos de ellos igualmente han sido víctimas del maltrato policial. Continuar visibilizando la represión en las manifestaciones y hacer fuerza para exigir que se respeten los derechos humanos en el país.
Ante esta realidad, ¿qué podéis hacer vosotras desde ahí para contribuir a mejorar el día a día de las personas que llegan a vuestro centro?
Seguir apostando por el cuidado y el respeto de la vida, brindar oportunidad de capacitación técnica para el emprendimiento. Esta situación ha evidenciado mucho más la fuerte discriminación que hay hacia las regiones, sobre todo a las del sur, respecto de la capital. Por ello vemos necesario, sobre todo con la población juvenil, acompañar procesos de cambio en nuestra realidad desde la reflexión y conciencia crítica.
¿Cómo afecta especialmente a las mujeres?
En medio de esta situación, las mujeres han sido protagonistas en las manifestaciones, han sido ellas quienes han salido a protestar, quienes han organizado las ollas comunes para la alimentación, quienes han viajado a Lima para hacer escuchar su voz de protesta, quienes han despedido al esposo, hijo o padre en su viaje a la capital.
Los paros y bloqueos han ocasionado también el alza del costo de la vida. Al no haber pase era muy difícil conseguir alimentos, los precios de los productos de primera necesidad se incrementaron mucho, y esto ha generado más empobrecimiento de las familias. Las mujeres han tenido que ingeniárselas para, sobre todo, alimentar y cuidar a la familia.