Todo lo que ha sido creado, primero fue soñado
Quiero continuar mi relato sin detenerme mucho porque después de presentaros en grupo a los protagonistas de Estancia, no quiero dejar para muy tarde los detalles de cómo fuimos a visitarlos a sus casas y cómo compartimos con ellos unos momentos impagables.
Estancia es una localidad costera situada al norte de la provincia de Iloilo y es un lugar estratégico para la comercialización de pescado. El día 8 de noviembre de 2013, el tifón más fuerte registrado en Filipinas asoló esa localidad, acabando casi por completo con los barcos pesqueros, dañando entre ellos una barcaza que derramó en ese mismo día más de 800.000 litros de fuel pesado al agua.
El desastre humano material y ecológico fue tremendo. Estas noticias se oyen en los informativos y nos conmueven pero después proseguimos con nuestras “ajetreadas” vidas y cuando dejan de aparecer en los titulares, se esfuman como si todo hubiera ya pasado y vuelto a la normalidad.
Supongo que llegar a estos lugares en los días posteriores debió ser impresionante porque tras casi tres años aún persisten las marcas sobre el terreno y la heridas interiores en las personas, que son las que más duelen y las más difíciles de curar.
En aquel momento Taller de Solidaridad se puso en movimiento y todos los esfuerzos de los que formamos parte de esta gran familia se volcaron en la campaña de “Soñando un Techo”.
Muchas personas en las ciudades donde hay comités, participaron y respondieron a nuestra llamada. Con su ayuda y esfuerzo se consiguieron construir casas para aquellas familias que lo habían perdido todo y ahora, unos años más tarde, la misma ong, está colaborando con las familias para que puedan tener un futuro.
¿Os imaginais que un día nos despertamos y a nuestro alrededor no queda nada de nuestro hogar? Hemos perdido nuestros utensilios, nuestros recuerdos, nuestra ropa, nuestras camas,…incluso las paredes y el techo? Sólo la tierra, el vacío de donde antes hubo un hogar más o menos equipado. Eso fue lo que se encontraron las personas que conocí el otro día.
Es cierto que ya antes de que el tifón se lo llevara todo, ellos no tenían muchas pertenencias pero también es cierto que cuantas menos cosas tiene una persona, más necesarias son.
Para hacernos una idea os propongo que miréis ahora mismo a vuestro alrededor en vuestras casas y os preguntéis cuánto de útiles e imprescindibles son la mayoría de las cosas que veis.
Pero continúo con ellos, que son los verdaderos protagonistas.
Fueron muchas las historias,pero me impresionó la de Myrna, una mujer de 65 años, que nos contó con la voz y el corazón acelerados cómo llegó el tifón y ella y las otras dieciseis personas que vivían ya en una precaria cabaña tuvieron que refugiarse debajo de un lavadero durante las ocho horas que duró. Cuenta que cuando todo pasó sólo estaba el suelo de cemento de lo que había sido su hogar. En una ladera suave con vistas al mar, lo que podía ser un lugar idílico, se convirtió en una pesadilla. Ella contaba que sin dinero apenas se atrevía ni siquiera a soñar con tener una casa y nos enseñaba orgullosa, feliz y agradecida la que, gracias a la generosidad de personas en España, era ahora su hogar. Nos habló de las heridas físicas y de las internas y nos dijo que aún hoy, tres años después, cuando los niños ven que arrecia el viento y la lluvia, corren asustados gritando el nombre de Yolanda.
Hay más historias como la de esta mujer; Delma nos enseñó la lona bajo la que estuvieron viviendo ella y sus hijos hasta que acabaron de construir su casa. Todos los beneficiarios de este proyecto colaboraron activamente en la construcción de sus propias casas. Todos ellos han cuidado de ellas y las han mejorado poco a poco en la medida de sus posibilidades. Algunos se organizaron en grupos, haciendo ellos mismos aportaciones semanales para crear un fondo de emergencia y ayudarse en caso de que alguno de ellos tenga una urgencia como medicamentos, asistencia médica,…
Y de todo este germen empezó a surgir el proyecto que ahora tiene en marcha Taller de Solidaridad:
En el triciclo de Rolando primero, y en el de Rey después, fuimos recorriendo todas las casas que había por la zona. Atravesando campos verdes de caña de azúcar, maíz y arrozales; todo ello por caminos de tierra que, debido a que estamos en la época de lluvias, estaban embarrados de manera que a veces parecía que el triciclo no podría atravesar los enormes charcos de lodo.
Los triciclos forman parte de la fisonomía y la actividad de Filipinas; las ciudades y pueblos se extienden mucho, así que resulta un medio de transporte rápido y económico. En ello consiste el sueño de estos dos componentes del programa de emprendedores. Taller de Solidaridad les ha prestado, igual que a todos los demás emprendedores, una cantidad de dinero que ellos van devolviendo en plazos que dependen de la cantidad solicitada. Mientras tanto, tienen un modo de vida para sacar adelante a sus familias.
Si hay algo que llame también la atención en Filipinas es la cantidad de pequeñas tiendas que hay por todas partes; en las aceras, en los solares vallados entre las casas, en las ventanas que dan a pie de calle,… Varias de las beneficiarias han optado por este tipo de negocio y han ampliado sus casas iniciales para añadirles una pequeña extensión donde poner una tiendecita.
Hay también otros negocios de venta de comida ambulante, Monina y su marido se han decidido a emprender el suyo.
Mary Rose y su marido Archie, han emprendido un negocio de comida para llevar. Con los beneficios ha conseguido luz eléctrica para su casa.
Gran parte de los fondos para estos proyectos se han conseguido a través de pequeños donativos y de actividades vinculadas a nuestros comités. Un café para un sueño ha sido una campaña dirigida a recaudar fondos a través de las “microdonaciones” de todos aquellos que habéis participado en ella. Para seguir promocionando y ayudando a personas como las que acabáis de conocer puedes realizar un donativo en el siguiente enlace. A través de la página Soñando un Techo podréis seguir la evolución de sus negocios y de sus vidas e ir conociendo cada vez más de ellos, de sus familias y de otras muchas que esperan la oportunidad de un pequeño “empujón” para continuar avanzando y progresando.
Invitad a vuestros amigos, compartid con ellos, ilusiones y esperanzas que lleguen hasta Filipinas y contribuyan a la materialización de los sueños de Mary Rose, Mellie, Myrna, Jenelyn,, May, Rona, Felipe,…
Conocer y escuchar a estas personas, reir y llorar con ellas,visitar sus hogares, recorrer los caminos que hacen cada día, me hizo admirar cada vez más la fuerza que tienen, su espíritu de superación, y su sonrisa franca, confiada y agradecida.
Ellos han ampliado sus casas y ahora amplían sus sueños. Me enseñan a valorar lo afortunados que somos y la frecuencia con la que nos olvidamos de ello, La tan extendida “cultura de la queja” que nos impide en nuestro mundo ver más allá de nuestros limitados horizontes.
Josefina. Filipinas. 9 de agosto de 2016