Dicen que vivir en primera persona una realidad nos ayuda a entenderla, nos permite ponernos en el lugar de la otra persona, eliminando prejuicios y falsas creencias. Nos coloca en una situación de horizontalidad, de entendimiento mutuo.
Este sentimiento es el que transmite cada una de las publicaciones con las que este año Marisol e Isabel nos han acercado a su voluntariado internacional en Cochabamba, Bolivia. Una experiencia para sentir, para compartir, para conocer y reconocerse.
Mujeres que se han encontrado con otras mujeres, que han compartido vivencias y confidencias, que han vivido la sororidad desde la admiración, como señala Isabel.
“Las mujeres que participan en cada uno de los proyectos son dignas de admiración; a pesar de sus situaciones personales y económicas, que en muchos casos son realmente complicadas, sacan fuerzas para aprender e intentar labrarse un futuro mejor”.
Cada voluntario, cada voluntaria tiende puentes de entendimiento y comprensión con su vivencia. En esta ocasión esos puentes han sido de solidaridad entre mujeres, como comenta Marisol:
“La semana pasada me pidieron las hermanas que hablara con una mujer víctima de violencia de género, no fue fácil para ella transmitirme lo que sentía, entre lágrimas nos abrazamos y así estuvimos un buen rato. Estos días he sido consciente de como el miedo puede tener un efecto paralizante…pero también he sido testigo de la gran fortaleza de estas mujeres y de las ganas de vivir y de luchar por sus hijos”.
Porque el voluntariado internacional, tal y como lo entendemos en TDS, no se trata de lo que haces cuando vas a conocer los proyectos en los que trabajamos, sino de lo que vives, de lo que te transforma y del efecto multiplicador que tiene esa transformación al compartir la experiencia con los que nos rodean.
“Una experiencia así te hace crecer como persona, te convierte en alguien más fuerte y sobre todo te hace valorar tantísimas cosas…”
Tal y como señala Marisol. Valorar lo que tienes, las enseñanzas aprendidas, a la gente que te rodea y a la que está al otro lado del charco. Valorar la fuerza que tiene la sororidad en el camino hacia la igualdad de género, hacia la igualdad entre las propias mujeres. Valorar el voluntariado como una vía de transformación social y personal.