Antes de las vacaciones de invierno
Colina, el sitio en el que estamos trabajando y donde vivimos junto a las Siervas de San José, es una comuna que se encuentra 45 minutos de Santiago. En el mismo recinto donde vivimos hay un patio donde los niños y las niñas juegan y un edificio donde tienen una cocina, una sala común y diferentes salas para actividades concretas.
La primera semana de nuestro voluntariado había vacaciones escolares así que aprovechamos para visitar a distintas familias, unos días con Vanesa y otros con María Elena. Estas visitas domiciliarias se realizan generalmente cuando el niño o la niña no ha asistido al centro o porque se ha detectado algún problema. El primer día estuvimos con Vanesa y otras monitoras y nos enseñaron la zona donde viven algunos niños y niñas que forman parte del centro. Estuvimos en casa de una de las madres cuya situación, como ella misma nos contó, es muy complicada y está necesitando de la ayuda del centro. Acompañando a María Elena, entre otras familias, tuvimos la oportunidad de conocer a la señora Nuria, una anciana que sola ha sacado adelante a sus nietos y con la que el centro ha colaborado en todo lo que ha podido. La última mañana visitamos a una de las niñas del centro que había perdido a su abuela, que era quien tenía su patria potestad; ni su madre que no estaba en condiciones, ni ningún otro miembro de su familia podían ocuparse de ella. La situación de esta niña era mi complicada.
Estas visitas nos han permitido ver la realidad de los niños y niñas que vienen al centro, a simple vista niños y niñas como cualquier otro, que esconden detrás de sus sonrisas una larga lista de dificultades que tienen que superar día a día.
Además, tuvimos la oportunidad de visitar diferentes organismos de protección al menor, con los que se colabora desde el centro.
En el centro los primeros días tuvimos contacto con algunos de los niños y niñas, no conocimos a todos; eran vacaciones de invierno y no todos asistían esos días. Con ellos Fuimos al parque a tomar la merienda y jugar. El centro además de las actividades que realizan les da la merienda para algunos de ellos esta es una de sus comidas principales.
También realizamos excursiones, el segundo día fuimos a Pomaire, un pueblecito de artesanos, nos dividimos en dos grupos por un lado estaban los más pequeños y por otro los más mayores. Yo estuve en el grupo de los mayores, visitamos diferentes puestos de alfarería típica de la zona donde pudieron comprar regalos para sus padre y familiares. Después de comer uno de los alfareros nos invitó a ver como se hacían diferentes objetos de arcilla y a pesar de ser adolescentes todos estuvieron muy atentos y disfrutaron mucho, para ellos y ellas era algo nuevo. Incluso algunos se llevaron un poco de arcilla. En muchos casos estas excursiones son las únicas oportunidades que tiene de salir de su casa y de su comunidad.
El viernes junto a un grupo que suele venir este día de la semana, en un barrio cerca de la casa de las hermanas, estuvimos haciendo “cuchiflis”, un barquillo relleno típico que es un manjar. Los niños se divirtieron mucho rellenando el barullo y después lo comimos de merienda.
Otro día tocó sesión de cine en la sala de usos múltiples que tienen y después le dieron la merienda. También participamos en los talleres de manicura, arte, repostería y magia. Yo estuve en el taller de arte y los niños disfrutaban mucho pintando cosas para después llevárselo a su casa, por ejemplo había unas cajitas y todos los niños querían hacer cajitas para regalarlas o poder guardar en ellas cosas. Y le ponina mucho empeño en que quedase preciosa.
Después de las vacaciones de invierno
La primera semana de agosto, tras las vacaciones de invierno, hemos estado tres semanas con la misma rutina participando de la dinámica habitual que se desarrolla en el centro. Los martes y jueves los niños y niñas se dividen en tres grupos de diferentes edades, cada uno tiene una monitora. Esta división entre otras cosas busca separar a los hermanos, con el objetivo de que los mayores, que suelen ocuparse de los más pequeños y a veces con un roll de padre, puedan descargarse de responsabilidad y disfrutar de las actividades. Comencé mi trabajo con los pequeños con una actividad con motivo de la Semana de la Solidaridad, la propuesta fue que realizaran una carta para un amigo del grupo, en la que le dijeran lo importante que es para esa persona. Fue bonito ver como los niños escribían lo que sentían por su amigo o su amiga. Después de la actividad de los grupos se les “la once” (la merienda) esto se hace porque hay niños que llegarán a su casa y no tendrán nada para cenar nada. Los miércoles son diferentes, hay cuatro talleres: costura y manualidades futbol, repostería y arte. El primer miércoles de agosto con el cambio de semestre pudieron elegir un nuevo taller, esto se hace con la intención roten por todos los talleres. Yo estuve en el de costura, el primer día solo hubo un niño, pero nos divertimos mucho hacíamos pulseras y mientras él nos contaba cosas que había aprendido en la escuela, sus notas, hacia chistes… El jueves me fui al grupo grande y estuvimos hablando de la solidaridad y el significado que para cada uno tiene ésta.
Finalmente, el viernes lo dedicamos a visitar dos poblaciones. Una en la que había unos 10 niños y niñas. Con ellos estuvimos haciendo servilleteros para que los usasen en sus casas y cada uno lo decoro a su manera, con las formas y colores que ellos querían. Era bonito ver el empeño en que quedasen perfectos para que lucieran bonitos.
La semana siguiente lo especial fue la fiesta anual de cumpleaños en la que todos los niños y niñas celebraron juntos su cumpleaños. Cada grupo tenía un stand con una comida y todos los niños y niñas iban pasando con cada uno de los stands. El de los pequeños tenía hot dogs, el de los medianos cup-cake y el de los mayores las bebidas. Las monitoras decoraban el salón donde estaban los stands con ambiente de cumpleaños. Fue genial se divirtieron, comieron, jugaron y bailaron.
Esa semana también fue especial una visita a la cárcel en la que se impartía una charla sobre psicología y drogas en la que participaban diferentes grupos de colina que tenían relación con los jóvenes: directoras de colegios, trabajadores sociales, psicólogos, etc…
La preocupación por niños y niñas en el centro es constante y ocupa todos los espacios en los que estos se encuentra, las monitoras suelen ir a los colegios para ver cómo van los niños del centro en el colegio, si cuidan su higiene o si sus padres son asistentes habituales cuando se les da cita. También van a las casas de los niños para ver en qué situación se encuentran, como viven, y una serie de cosas para saber si el niño o la niña se encuentra en riesgo de algún tipo. Hacen un gran trabajo que va más allá del necesario aprendizaje y diversión de estos pequeños y pequeñas, además, los acompañan en todos sus espacios su casa, la escuela y les ayudan a que puedan desarrollarse y ser ellos mismos.
Clara
Colina-Chile
Agosto 2018