Llegaba la hora de separarnos y comenzar la misión diocesana. Según nos lo habían pintado las hermanas, nos parecía algo duro que nos supondría mucho esfuerzo y penurias, sin embargo las condiciones de la misión sobre todo respecto a alimentación han debido de ser mejores que otros años, también la preparación de los misioneros: Por ejemplo en nuestra sede había tres ventiladores, ya de por sí, Carrillo no ha sido una sede con excesivo calor, pero es verdad que con un ventilador en cada habitación no solo no se llevaba mejor el calor sino también se combatía mucho la presencia de mosquitos. Tampoco hemos visto mucho insecto, quizá alguna cucaracha corretear por el piso de la casa, pero es entendible, la casa era relativamente modesta y estábamos en mitad del campo, nada que se escapase de lo previsto. La comida abundante, monótona pero abundante y de verdad que la cocinera ha dedicado mucho esfuerzo y cariño siempre con nosotros. La familia que se había ofrecido para facilitarnos la preparación de las comidas se ha portado estupendamente con nosotros y han sido encantadores y acogedores.
Carrillo, nuestra sede, es una población de unos 5000 habitantes, que basa su economía en la agricultura de la caña de azúcar y en el campo. No tiene muchos servicios, las tiendas justas para cubrir las necesidades básicas. Las calles son de tierra, sin nada de tráfico, apenas hay un par de carros en la población, mucha carreta de caballos y algún tractor que a duras penas parece querer seguir funcionando. La iglesia está bastante abandonadilla y en estado de semiruina y eso afecta a la comunidad de fieles, que han ido poco a poco apartándose del templo y refugiando su fe en las imágenes de la Virgen de la Caridad y de San Lázaro que pudimos encontrarnos casi en cada casa. El trabajo de la misión era complicado pues partíamos de una comunidad bastante desmotivada.
Nuestros ocho días allí han sido intensos, un periodo de tiempo muy breve pero muy activo: Reactivar las celebraciones diarias en el templo, actividades con niños, jóvenes y adultos, visitas puerta por puerta a diario, al principio un poquito a ciegas pero a partir del segundo día ya intentando centrarnos en todas aquellas personas ancianas, enfermas o con dificultades. Aunque no hemos visto casos graves de miseria y pobreza, mi impresión es que hemos convivido en un lugar modesta, con gente con dificultades económicas bastante importantes pero orgullosos ante todo y trabajadores: Los jóvenes empiezan muy pronto a trabajar en el campo o en los Cayos cercanos, las mujeres no descansan nunca, siempre trabajando en las tareas del hogar, como dicen los cubanos, inventando para sacar el día a día a duras penas. Y a pesar de todas estas dificultades, acogedores, cariñosos, generosos y amables. Independientemente de la religión profesada o de las creencias, te acogen en sus casas, te invitan a pasar y sentarte, te escuchan y te cuentan… me ha sorprendido mucho el acogimiento…antes de saber quién eres y por qué estas en la puerta de su casa llamando a las 9 de la mañana un Domingo, te invitan a pasar y sentarte, dejan sus quehaceres, apagan su radio o su aparato de televisión y te escuchan pacientemente. Si cuadra, te invitan a café o a alguna de las poquitas cosas que puedan ofrecerte y conversan, conversan mucho y te descubren la realidad de un país que lucha día a día por sobreponerse a una difícil situación económica, a la falta de libertades y a las miras de un futuro incierto.
La respuesta de los jóvenes a nuestras actividades ha sido estupenda casi desde el primer día. Nuestro balón azul enseguida empezó a llamar la atención en una población donde el deporte rey es la pelota (beisbol) Los cinco jóvenes de la primera tarde se convirtieron en 10 la segunda, en 18 la tercera y en más de 25 la última. Hasta el día que cayó la mayor tromba de agua que jamás he podido ver, en mitad de un campo de hierba compartido con las gallinas y un par de caballos, descalzos, sin camisetas…los muchachos dijeron que de allí no se movía ninguno, que había que seguir jugando entre resbalones y regateando los excrementos de los caballos…Acabamos todos calados y sucios hasta los huesos, pero se les veía contentos. Han seguido compartiendo momentos con nosotros, las noches de carnavales, los paseos hasta el río para ir a darnos un chapuzón, las dinámicas y juegos por la tarde y por la noche, el campeonato de dominó, la proyección del cortometraje del Circo de las mariposas, hasta comenzaron a aparecer por las celebraciones de la iglesia en honor a la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba. Creo que aunque muy breve, el trabajo humano y social realizado ha sido bueno..quizá no permita recoger muchos frutos, quizá para ellos no suponga más que una semana donde han salido un poquito de la rutina diaria, pero compartir con ellos estos días ha sido una experiencia genial….PARA NOSOTROS
Ayer derrotados del cansancio y del infernal viaje en camión, por caminos impracticables, llegamos a Santa Clara, nuestro lugar de descanso estos días. Por delante ya poquito, vamos a ayudar a las hermanas a llevar la novena de la Virgen de la Caridad a tres pequeños pueblos y después tres días más en Jarahueca, donde podremos seguir compartiendo momentos con los jóvenes de allí.
C. A. R.
Cuba
18-7-2015 a 18-8-2015