Después de no tener la intención de realizar un voluntariado este verano y “descansar” disfrutando de unas vacaciones al uso, desde TdS nos pidieron a mi compañera Diana y a mí que fuéramos a Nicaragua.
No nos hicimos mucho de rogar pues la satisfacción que produce realizar una experiencia como esta es tan gratificante, que con facilidad renunciamos al descanso de las vacaciones veraniegas a cambio de las vivencias y riqueza que proporciona siempre el encuentro con “el otro”, la inmersión plena en una realidad distinta que te permeabiliza, te abre los ojos y te hace vulnerable al dolor ajeno, a las privaciones, a las dificultades, … Pero al mismo tiempo, también por esa “permeabilidad” de la piel y el corazón se cuelan alegrías, risas, miradas, besos, abrazos compartidos, … en resumen, toda una variedad de sensaciones, sentimientos y emociones que se van quedando dentro, engrosando cada día más ese equipaje vital que va siempre con nosotros.
De esos encuentros sé ya por experiencia, que se alimenta mi día a día el resto del año. Dondequiera que esté: en mi trabajo, con mis amigos, con mi familia, de viaje, descansando, … cuando menos lo espero y a veces sin ni siquiera evocarlo conscientemente, me vuelven a la memoria recuerdos de estos veranos en los que el tiempo y el espacio se transforman, y mis ojos se abren a otros mundos y a sus habitantes.
Convencidas pues de que este verano viajariamos a Nicaragua ya estábamos estudiando un poco la geografía, la historia, y los detalles del proyecto al que nos encaminaríamos nada más empezar nuestras vacaciones estivales. Y después de tener billete a Managua, las circunstancias, que siempre están ahí para hacer sus propios planes, hicieron que, tras no pocas vicisitudes, en poco tiempo nuestro rumbo diera un tremendo cambio y sin poder hacernos mucho a la idea, la noche del cuatro de julio aterrizamos en la mismísima Cuba, en el aeropuerto de La Habana.
Como siempre, la acogida fue tan cálida que nos hizo sentirnos como en casa, con esa facultad que tienen nuestras anfitrionas de hacernos sentir queridas y parte de esta familia y en este caso, de este pueblo cubano cuyo día a día no es nada fácil.
Las Siervas de San José se han mantenido en Cuba con ese espíritu que ellas tienen y que las hace sobrevivir a todas las circunstancias y formar parte del lugar en el que se encuentran, integrándose con sus gentes como una más de ellos. Flora ya me lo dijo, dos años atrás en Filipinas: “donde os pongan, floreced”.
Y así ha sido en cada uno de esos lugares del mundo en los que he tenido la suerte hasta ahora de compartir sus proyectos, sus sueños, y sus ganas de vivir, mezcladas con una alegría y un sentido del humor sin límites.
Llegamos, como ya va siendo habitual en nosotras, de noche. La Habana nos recibió con ese calor plomizo que tienen las ciudades costeras en estas latitudes; un cielo cubierto en el que no lucía ni una estrella y un olor húmedo a mar y a viejo.
El recibimiento fue tan cálido como el tiempo. Esthercita e Isabel estaban en el aeropuerto con un sencillo letrero escrito en un cartón que seguramente ya había tenidos otros usos y al que aún le quedará sin duda más vida útil: Diana y Josefina TdS. Y con esas letras nos abrían los brazos a nosotras a todos vosotros, que os quedasteis en España pero que formáis parte de este viaje y de todo lo que aprendamos en él.
Las dificultades de comunicación desde aquí son mayores que en cualquier otra parte del mundo en la que no haya estado hasta ahora, a pesar de ello, intentaré ir comunicando lo que Diana y yo estamos viviendo, aunque la tarea no será muy fácil.
Un rápido paseo por la Habana, el día siguiente a nuestra llegada, me hizo soñar desde la ventanilla de un desvencijado y quejumbroso coche, en lo que fue esa ciudad que ahora pasaba ante mis ojos.
Viendo los magníficos soportales, calles y edificios, ahora decrépitos y gastados, manchados por la humedad, con rejas oxidadas y corroídas, más por el paso del tiempo que por la humedad del mar, tuve la impresión de que alguien había detenido el tiempo, hace demasiadas décadas.
Poco a poco esa imagen inicial se ha ido haciendo más fuerte y, en los días siguientes, he podido comprobar que sus habitantes se mueven, no sólo en La Habana, sino también en otras partes de esta maravillosa isla sigilosamente, sin hacer mucho ruido, para no despertar a aquel que hizo tal encantamiento o a alguno de sus aprendices.
Josefina Nieto
Cuba
14-7-2018
Muchas felicidades compañera , por estás bonitas palabras, disfruta, comparte,como tú sabes un beso de tu comite
Gracias por llevarnos a esos lugares y esas circunstancias donde quisieramos estar y gracias por llevar vuestra alegria y experiencia hasta alli. Disfrutadlo
Como siempre o cada dia mejor te expresas con un calido comentario y mas que cronica es » poesia»
Te sentimos muy cerca a pesar de estar tan lejos…..
Un fuerte abrazo y se siempre asi.
Todo lo que escribes es poesia,
Me describes todo con tanta pasion y harmonia que con lo lejos que estas te siento tan….cerca
Un super abrazo y continua siendo tu.
Eres mi héroe favorito….?
Un abrazo de oso!!!
Gracias, Josefina, sigue comunicando tus impresiones y tus sentimientos. Sueño contigo el lugar y la misión.
Enhorabuena por trasladarnos otra vez al lugar,vivirlo y contarlo como tú lo haces es impresionante
Se ve que es un gran país ,a pesar de tantas dificultades que tienen
Te deseo una vivencia maravillosa ,muchos besos y abrazos
Gracias Josefina por ser como eres y por esa labor tan maravillosa q haces
!Es un placer leerte¡ Consigues meternos contigo por cada rincón de Cuba que se descubre ante tus ojos.