Día Internacional de las Niñas
El pasado sábado se celebró el día Internacional de las Niñas con el objetivo de reconocer a las menores como un grupo diferenciado y llamar la atención sobre su situación de vulnerabilidad dentro de la sociedad. La condición de ser mujer en muchas sociedades se contempla como una etiqueta presente a lo largo de su infancia y de su vida adulta, que trae implícita el tener que enfrentarse, en cada una de estas etapas, a distintas situaciones de discriminación. Estos son algunos de los indicadores que ponen de manifiesto la gravedad de esta realidad: a un tercio de niñas en el mundo se les niega la educación secundaria; cada tres segundos una niña es obligada a casarse; las jóvenes entre 15 y 24 años representan el 64% de los casos mundiales de VIH-SIDA… Esta situación de discriminación se da incluso antes de nacer; en el mundo faltan 100 millones de niñas y mujeres por la práctica del aborto selectivo. Taller de Solidaridad apoya proyectos en el Sur intentando cambiar estas situaciones de discriminación.
Devolver la infancia robada a las niñas colombianas
Con motivo de este día queríamos dar a conocer uno de los proyectos dirigidos a mujer, infancia y familia que Taller de Solidaridad desarrolla en la Gaitana, uno de los barrios de Bogota con mayor índice de pobreza, que busca formar y fortalecer a las niñas y familias a través de la Institución dirigida por la Comunidad de SSJ, el Hogar de la Gaitana. Este centro fundamenta su metodología de trabajo en una formación, donde se reconocen las necesidades particulares, los ritmos de aprendizaje y se promueve la participación permanente de las niñas, los niños y las familias. Es un proceso que parte del principio: “Todos aprendemos y todos cambiamos”.
Actualmente hay 15 niñas entre los 7 y los 14 años, vinculados a la educación formal en los grados de segundo de primaria a séptimo. Asisten al centro de 11.45 – 18:30 donde las actividades se inician con el almuerzo, prosiguen los aseos del hogar, el acompañamiento de tareas escolares y merienda, para garantizar que tengan una alimentación adecuada. Esta rutina diaria está acompañada por actividades lúdicas, recreativas y manuales. Adicionalmente se ofrece atención psicosocial y personal a las niñas y grupal a las familias, con las que se tiene comunicación permanente sobre el desarrollo, avances y dificultades de sus hijas y una participación activa y comprometida en el logro del objetivo del hogar.
Se realizan convivencias, así como la celebración del día de la familia y el diseño de la cartilla de Prácticas Saludables, con participación activa de padres e hijas. Se adecuan los servicios higiénicos, además de adquirir bienes como material escolar y tecnológico que apoye la labor pedagógica y recreativa del centro.
Las menores provienen de familias desintegradas y la mayoría viven con alguna figura materna (abuela, tía o madres). Sus padres tienen dificultad para ejercer autoridad, así como una escasa formación, falta de orientación y acompañamiento familiar.
Las madres deben trabajar para sacar adelante a su familia, teniendo que dejar solas a las niñas porque no cuentan con redes de apoyo ni recursos para pagar un cuidador, quedando las niñas expuestas a riesgos de cualquier índole. La situación económica es precaria y el sueldo que reciben está por debajo del salario mínimo legal vigente. Además la mayoría son desplazadas y no tienen techo propio, por lo que parte significativa de su salario es pagar el alquiler de la vivienda.
Este es el testimonio de Juana Pérez Bueno, Sierva de San José que ha vivido 11 años en el Hogar de La Gaitana nos cuenta la situación a la que se enfrentan estas niñas y como desde el hogar con ayuda y un ambiente adecuado todas tienen la oportunidad para salir del este círculo que genera su situación de pobreza.
“Sufren agresión verbal, maltrato físico y psicológico, abuso sexual, deprivación afectiva y traumas por abandono de alguno de los padres. Todo ello genera múltiples consecuencias entre las que se encuentran problemas de aprendizaje y concentración, dificultades en la interacción social, baja resiliencia, baja autoestima, ausencia de visión de futuro y vínculos parentales débiles….En un ambiente sereno de cariño, de respeto, de valoración empiezan a ser ellas mismas. Lo primero que les ofrecemos es un grupo acompañante que las quiere, busque cómo ayudarlas y también trate de aprender de ellas. Dentro de casa se organiza una manera de funcionar participativa, en la que todas tienen responsabilidad y trabajan en equipos: Se ayudan mutuamente, comparten, colaboran, surgen lideresas, se organizan, se piden cuenta…y caminan hacia una vida más plena”.