El tiempo vuela en Piura: Diario de una voluntaria

El tiempo vuela en Piura. Tic, toc…

Es increíble lo rápido que han pasado estas dos semanas en Piura; parece que llegué ayer. La ilusión y el entusiasmo por hacer y, sobre todo, aprender, siguen siendo mis aliados cada día.

Cada jornada de trabajo está cargada de desafíos que te van poniendo a prueba en fuerza y resiliencia; aprendizajes intensos e irrepetibles, porque llevan magia sin manos, y momentos inolvidables que quedarán grabados en mi memoria.

Humanidad y humildad es lo que se respira; gente llena de vida que nos brinda nuevas perspectivas y diferentes maneras de vivir, de sentir y de hacer; aprendemos sus costumbres, su cultura y a entender el ritmo único de este país en el que te vas mimetizando e involucrando sin querer. A veces, sin pensarlo ya salen de nuestra boca, palabras al uso, “lindo,” “bello,” “avanza” y el famoso “ya, ya” cuando algo está bien.

También nos va acompañando el cansancio físico y psicológico, que, sin querer, lo dejas a un lado porque es más grande la gratitud por todo lo vivido y la satisfacción por lo recibido. 

Aunque el reloj no se detiene, cada minuto, cada momento ya ha valido la pena y queda recogido en mí para siempre.

El desconocido I.E.20138

El I.E. 20138 es el nombre de la institución educativa que me han asignado para desarrollar mi labor educativa. Está ubicado en el distrito veintiséis de octubre, en Piura. Se dedica a la educación primaria y secundaria (de 1º a 3º) y se caracteriza por su enfoque en el desarrollo integral de sus estudiantes.

Recientemente, en colaboración con Radio Cutivalú y Cementos Pacasmayo, la institución ha impulsado proyectos orientados a mejorar la calidad de vida de los adolescentes a través de la elaboración de planes de tutorías y de bienestar escolar.

Lo llamo, mi colegio, porque ya es parte de mí; provoca en mí, pertenencia, acogida, y una atracción que no puedo explicar hasta que no se está aquí.

Tocamos el timbre para entrar…

Cuando llegué el primer día al colegio/instituto no solo que era nueva, sino que llegas a un lugar donde las miradas pesan, donde las paredes, algunas vacías, tienen historia, y donde cada estudiante, como dicen acá, parece llevar una carga que no se ve.

Vienes con ganas de ayudar, de comerte el mundo, pero te encuentras con silencio, con desconfianza, con una energía tensa que no sabes cómo interpretar. Los estudiantes no te conocen, no saben si confiar, si abrirse o si ignorarte como hacen con tantos adultos que pasan y se van.

Y tú…

Tú también te preguntas si vas a poder. Si lo que traes —esas ganas, ese idealismo— va a ser suficiente frente a una realidad más dura de lo que imaginabas. Me sentía pequeña, como si todo lo que estudiaste o preparaste no sirviera aquí. Este no es un aula de manual.
Aquí hay heridas que no se ven en los libros. Hay gritos, hay retos, hay ausencias.

Pero también, en medio del ruido, del caos, a veces, alguien te mira diferente. A veces, un “gracias” te sacude. A veces, una sonrisa te da sentido. Y entiendes que no estás ahí para cambiar el mundo en un día. Estás para estar. Para quedarte. Para escuchar. Para no rendirte. Y eso, en este colegio, ya es una forma de esperanza.

¡Hasta la próxima!

Lola Solo de Zaldívar Maldonado, voluntaria internacional

Julio 2025. Piura, Perú