“¿Qué vamos a hacer?”, ¿cómo podemos colaborar?” … Son las primeras preguntas que surgen, la primera idea que le suele venir a la cabeza a las personas que empiezan su formación en nuestro programa de voluntariado internacional Estrechando Lazos.
Esperan con ilusión e incertidumbre la respuesta, tienen tantas ganas de aportar, de exprimir ese tiempo al máximo que, cuando les dices: “lo importante es estar”, no llegan a comprender el significado real de lo que escuchan. Desde nuestra mentalidad del “hacer constante”, del contribuir desde lo material, es difícil calibrar la importancia del “estar”, de vivir la experiencia con los cinco sentidos, de crear relaciones, de construir puentes de comprensión y empatía.
Es casi imposible vislumbrar la trascendencia de, “simplemente”, vivir y convivir, tanto para las personas voluntarias como para las participantes de los proyectos, para las socias locales y para las Siervas de San José que las acogen en cada país de destino. El valor de la transformación personal, comunitaria, social que tiene esta experiencia.
“Sabes que vas a volver diferente, pero no sabes cómo, ni cuánto. El mes pasó, como la vida pasa… Lo más duro e increíble que he vivido. Un mundo de estímulos nuevos todo el tiempo. Abrumante, agotador y maravilloso, una experiencia transformadora en todos los sentidos”, reflexiona Erea a su vuelta, tras pasar un mes junto a su compañera Ligia conociendo los proyectos que apoyamos en Cochabamba, Bolivia, junto a las Siervas de San José.
También Ligia destaca el valor de superar el querer hacer constante, “superar el organizar, el decidir, el querer hacer las cosas como yo las haría, porque siempre hay una razón, sino varias, que determinan que las cosas allí sean así. Darse el tiempo para entenderlo y acogerlo, y si es posible, tratar de planificar juntas, cada una desde su visión… Lo cierto es que entrar en su realidad, caminar por sus laderas, escuchar sus historias, y peticiones, su tono de voz, reír, bailar, degustar sus comidas… me ha llevado a mirar y agradecer sus manos trabajadoras y me ha dado la oportunidad de entrar en su historia de esperanza, de dignidad personal y colectiva. Gracias a Bolivia por este baño de esperanza con el que regreso”.
Una experiencia que se convierte en una puerta abierta al conocimiento, a la confianza, a mirar con los ojos del otro y a volver con la mochila repleta de vivencias en primera persona para poder transmitirlas a la gente que nos rodea. Transformar realidades desde el cambio de mentalidades a través de la confianza en el otro que da el conocimiento mutuo.
Es un proceso de cambio personal y social lento, pero profundo, hasta el punto de que en muchas ocasiones ni siquiera somos conscientes de su magnitud. Como asegura Erea : “las dimensiones de la experiencia aún no las sé…Una parte de este lugar queda en mí, y algo se muere en el alma con unas despedidas que suenan para siempre. No sé si dejo algo y cuánto, pero sí sé lo que me llevo yo para mí y para gritarle al mundo: esperanza, superación, cercanía, risas, acogimiento, abrazos, sonrisas, sencillez…”
Mer, que ha vivido su voluntariado junto a Cris y Sofía en Medellín, Colombia, destaca el cambio que estos días ha supuesto para ella: “de esta esta experiencia me llevo una nueva perspectiva sobre la vida. Si personas con tantas dificultades pueden seguir adelante con resiliencia y motivación, ¿cómo no voy a encontrar yo misma la fuerza para superar mis propios desafíos?”
En Colombia, tanto Mer como sus compañeras han podido conocer varios proyectos de formación y emprendimiento femenino en los que colaboramos con la Institución San José Obrero. Allí, “me he dado cuenta de que, aunque culturalmente diferentes, todos buscamos lo mismo: un propósito y un motivo para luchar. Me han enseñado la generosidad de dar lo que se tiene, y disfrutar también ofreciendo lo poco que tienen. Este voluntariado no solo me ha enseñado sobre el mundo, sino también sobre mí misma”, asegura Mer.
Cada vez que una persona voluntaria cuenta su historia a alguien de su entorno está sensibilizando sobre la realidad que ha vivido, está contribuyendo al cambio social mediante su propia experiencia. Ha “estado” viviendo cada momento de forma consciente, y más allá de lo que haya aportado desde sus conocimientos y habilidades, incluso más allá de lo que haya aprendido de los conocimientos y habilidades de las personas que ha conocido, está la semilla de cambio que, consciente e inconscientemente se ha sembrado en su interior y que a su vez irá sembrando en las personas que le acompañan en su día a día.
“Estoy segura de que, si todos tuviéramos la oportunidad de vivir una experiencia como esta, podríamos cambiar no solo nuestras vidas, sino también las de muchas personas a nuestro alrededor”. Así es como lo ha sentido Mer y así es como desde Taller de Solidaridad vivimos y sentimos nuestro programa Estrechando Lazos.