En la lucha contra la trata de personas: nuestro compromiso en Perú

30 de julio, Día Mundial contra la Trata de Personas

La trata de personas constituye una de las mayores violaciones de los derechos humanos en el mundo contemporáneo. Esta lacra social se ha convertido en el tercer negocio ilícito más lucrativo a nivel mundial, solo superado por el tráfico de drogas y de armas. En Perú, esta problemática ha alcanzado dimensiones alarmantes, convirtiéndose en la segunda economía ilícita más rentable del país, después de la minería ilegal.

En este Día Mundial contra la Trata de Personas, desde Taller de Solidaridad queremos recoger el testimonio de cuatro mujeres que en distintas partes de Perú luchan contra esta lacra y visibilizar la labor que desarrollamos junto a nuestras socias locales en la prevención, sensibilización y protección de las poblaciones más vulnerables ante la amenaza constante de la trata.

Un panorama desolador que exige respuesta urgente

Las cifras en Perú son estremecedoras. Según datos de CHS Alternativo, cada año se registran más de cinco mil víctimas de trata, aunque la cifra real se estima mucho mayor debido a la falta de denuncias y la debilidad de los sistemas de registro.

Ana María Calderón, Sierva de San José y responsable del Centro Wasi Nazaret de Checacupe (Cusco), asegura que “las redes criminales han fortalecido su estructura y operan de forma cada vez más organizada y transnacional, incluso aliándose con bandas extranjeras como el Tren de Aragua”.

Los rostros más vulnerables: mujeres y menores en el centro de la tragedia

El perfil de las víctimas dibuja un mapa de la vulnerabilidad social en el país. “Las principales víctimas son mujeres, en edades que oscilan entre los 7 y los 22 años“, señala Ortelia Valladolid Bran, coordinadora del Área de Incidencia y Desarrollo de Cutivalú, organización con la que colaboramos en Piura.

En esta región “casi el 80% de las víctimas son mujeres y de estas más del 50% menores de edad“. Una realidad que se repite en todo el territorio nacional, donde las estadísticas revelan que más del 40% son menores de 18 años.

Karem Farfán Torres, directora de la Asociación WAYRA en Quispicanchi (Cusco), describe con crudeza esta situación: “Las personas más vulnerables provienen mayormente de comunidades campesinas, quechuahablantes y de zonas altoandinas de la provincia, caracterizadas por altos índices de pobreza.” 

La pobreza actúa como el principal catalizador de esta tragedia. En provincias como Quispicanchi, donde el 41,35% de la población vive en situación de pobreza, superando la media nacional, las familias se convierten en presa fácil de las redes criminales.

Modalidades de captación: el engaño como arma

Las formas de captación han evolucionado y se han sofisticado. Ana María Calderón advierte sobre “la modalidad de grooming (adultos que se hacen pasar por jóvenes para ganar la confianza de menores a través de redes sociales o videojuegos)“, que representa un riesgo grave en la actualidad.

Pero una de las modalidades más insidiosas es la que aprovecha los vínculos culturales de confianza.Como explica Karem Farfán: “La modalidad de captación a través de padrinos o madrinas no suele ser reconocida como una posible forma de engaño, ya que estas figuras son vistas tradicionalmente como personas de confianza y autoridad“.

María Liliana Escobedo, Sierva de San José y responsable del CETPRO San José, describe con dolor la realidad en Urcos: “Los niños y adolescentes, en muchos casos, quedan al cuidado de nadie, porque los adultos migran buscando empleo. Crecen solos, lidiando con un sentimiento de abandono que los lleva a aceptar cualquier cosa que les ofrezca un poco de cariño, aunque implique riesgos enormes“.

El trabajo de prevención: la educación como escudo protector

Frente a esta realidad, nuestras socias locales han desarrollado estrategias integrales de prevención. Desde enero de 2023, Cutivalú ejecuta en seis distritos de Piura el proyecto “Tu vida no tiene precio. Denuncia la trata”, que busca poner en la agenda pública esta problemática como delito muy grave.

En Cusco, tanto el CETPRO como el Centro Wasi Nazaret trabajan contra esta lacra social con diferentes campañas, como “Unid@s contra la trata de personas”, con sesiones que “buscan generar conciencia sobre la trata de personas entre los estudiantes de secundaria, un problema que afecta a comunidades rurales y de difícil acceso“, explica Ana María Calderón.

La Asociación WAYRA, por su parte, coordina la Comisión Intersectorial contra la Trata desde 2018 y desarrolla el proyecto “Jóvenes de Quispicanchi con mejores oportunidades para transformar los riesgos de la trata de personas”, logrando que 135 participantes reconozcan factores de riesgo y que tres comunidades educativas cuenten con planes específicos de prevención.

Obstáculos en el camino: corrupción e impunidad

Pese a los esfuerzos, los obstáculos son enormes. “La corrupción y desinterés a nivel de operadores de justicia y garantes de derechos es uno de los principales obstáculos“, denuncia Ortelia Valladolid.

La impunidad es alarmante: “De los miles de denuncias, menos del 2% llegan a sentencia condenatoria, lo que refleja la ineficacia del sistema de justicia y fomenta la continuidad de estas redes criminales“, lamenta Ana María Calderón.

Una llamada a la acción colectiva

En este Día Mundial contra la Trata de Personas, nuestras socias locales lanzan un mensaje claro a la sociedad peruana. “En la lucha contra la trata de personas en Perú es vital que toda la sociedad se involucre activamente“, subraya Ortelia Valladolid, quien insiste en que “hay una responsabilidad de la sociedad en su conjunto de informarse, denunciar, acompañar y estar vigilantes frente a los casos de trata de personas. No debemos permitir que el delito se naturalice: las personas no se compran ni se venden“.

Ana María Calderón es contundente: “Lamentablemente, no existe una decisión política firme y sostenida frente al delito de trata de personas”, y reafirma el compromiso de “continuar trabajando de manera articulada y en red con instituciones afines“.

Karem Farfán cierra con una reflexión esperanzadora: “La trata de personas es un delito que a menudo está encubierto y normalizado por patrones socioculturales (…) Necesitamos que cada ‘célula’ de la sociedad –cada ciudadano, cada familia, cada comunidad– fortalezca su ‘sistema inmunológico’ a través de la educación, la vigilancia, la solidaridad y la exigencia de justicia“.

Desde Taller de Solidaridad, reafirmamos nuestro compromiso en esta lucha crucial por la dignidad humana. Solo a través del trabajo conjunto, la educación, la denuncia y la exigencia de justicia podremos construir un mundo libre de trata de personas. La lucha continúa.

Si tienes conocimiento de algún caso de trata de personas, no dudes en denunciarlo a las autoridades competentes. La línea nacional peruana contra la trata es el 1818 y la española el 900 10 50 90.