Acerca de este Proyecto
- Dónde: Ushpa-Ushpa, Cochabamba, Bolivia
- Con quién: 40 mujeres y sus familias
- Cuándo: Desde 2022
- Junto a quién: Siervas de San José
- Con la colaboración de: Fundación Nuqanchik
“Me siento animada, me gusta hacer producir las verduras en mi casa… solo hay que cuidarlo con cariño… y mis hijos comen sano… En tiempo de lluvia aprovecho para cultivar todo lo que se puede: maíz, arveja, haba, espinaca, repollo, locoto, cebolla, rábano, remolacha… y las verduras que me sobran las vendo a mis vecinas”
Justine Cáceres, participante en el proyecto
Descripción del Proyecto
Desnutrición generalizada
Con la pandemia de la Covid-19 la pobreza de las familias vulnerables de Cochabamba se ha incrementado, generando un desempleo masivo y afectando a las familias, que se ven obligadas a vivir al día. La desnutrición en niños y adultos es alarmante, con una dieta basada principalmente en la ingesta de arroz, patatas y pasta, alimentos que carecen de un aporte completo de nutrientes y proteínas. Además, el acceso a las hortalizas se hace cada vez más difícil por la subida de los precios.
Los terrenos de la zona son secos y el acceso al agua es limitado a causa del calentamiento global. Con el aumento exponencial de la población proveniente de las zonas rurales, muchas plantas y arbustos han sufrido una deforestación sin control, lo que ha provocado la eliminación de una gran cantidad de vegetación autóctona.
Las familias migrantes han perdido el contacto directo con la Naturaleza, lo que supone una gran pérdida en su base alimentaria. Por todo ello, es necesario fomentar y favorecer la elaboración de abono orgánico, la reforestación y eliminación de la tala masiva, el consumo de una variedad de alimentos que mejoren la situación nutricional de las familias con las verduras como base, así como el aprovechamiento de agua, el control de la basura y el reciclaje.
Esperanza para mujeres sin recursos
Las principales beneficiarias de este proyecto son mujeres quechua hablantes migrantes del campo a la ciudad, que se encuentran en situación de vulnerabilidad. La gran mayoría tiene una media de siete hijos, vive en hogares precarios, hacinadas en habitaciones, y en numerosas ocasiones se enfrentan a situaciones de violencia intrafamiliar y doméstica.
Su nivel educativo es básico y en algunos casos son analfabetas. La actividad económica del veinte por ciento de estas mujeres es eventual, principalmente en los sectores doméstico, de cocina y construcción. Otras trabajan como vendedoras ambulantes, aunque la mayoría sigue dedicándose a las labores de casa, relegadas a las tareas de limpieza y cuidados.
Las participantes cuentan con patios propios, donde se crean los huertos en los que toda la familia se involucra en la producción de verduras, además de plantas ornamentales y orgánicas. Una práctica que se potenció durante el confinamiento, ya que muchas familias se vieron obligadas a buscar nuevas formas de sustento, lo que generó un círculo de solidaridad vecinal que les llevó a compartir su producción.
En busca de un estilo de vida saludable
Estos huertos familiares orgánicos ayudan a mejorar la alimentación de las familias de la zona de Alto Litoral – Uspha Uspha, a través de la formación de mujeres migrantes del campo a la ciudad, para la producción de alimentos orgánicos sanos y saludables, en el marco de los ODS 2 y 13 de la Agenda 2030 de Naciones Unidas.
En el proyecto se trabaja con cuarenta mujeres y sus familias en la implementación de huertos orgánicos familiares, así como en la concienciación del cuidado del medio ambiente, la forestación de aceras y áreas verdes y el cuidado del agua. Además, se organizan talleres que buscan fomentar una vida saludable basados en la importancia de una alimentación sana que contribuya a disminuir los índices de desnutrición en el país.