Las mujeres rurales contribuyen al desarrollo productivo

15 de Octubre: Día Internacional de la Mujer Rural
La contribución de las mujeres rurales al desarrollo productivo

Desde el día el 15 de octubre de 2008, la Asamblea General de Naciones Unidas reconoce la contribución de las mujeres rurales al desarrollo productivo, estableciendo el Día Internacional de la Mujer Rural como reconocimiento a su función y contribución en la promoción del desarrollo agrícola y rural, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza rural, haciendo especial énfasis en la figura de las mujeres indígenas.

Las mujeres rurales representan más de un tercio de la población mundial y el 43% de las mujeres agricultoras de todo el mundo, produciendo en torno al 50-70% de los alimentos, preservando la biodiversidad y la soberanía alimentaria de sus comunidades y  familias.

Las mujeres que viven en las áreas rurales realizan una importantísima contribución al desarrollo y la seguridad alimentaria, asumiendo funciones productivas, reproductivas y sociales en una triple jornada de trabajo el cual no siempre es remunerado.  Al mismo tiempo, las mujeres rurales han adquirido un protagonismo creciente en la defensa de sus territorios y de los bienes naturales, en el desarrollo social, económico, cultural y en la transmisión del conocimiento tanto al interno de sus hogares como en sus propias comunidades locales.

Taller de Solidaridad (TdS) desde sus inicios en 2001 viene acompañando el empoderamiento socio – económico de las mujeres rurales en países en desarrollo a través de sus líneas de acción prioritarias: educación y formación, promoción socioeconómica, infraestructura básica y derechos humanos, con el objeto de que las mujeres sean sujetas activas de derechos, ciudadanas plenas y protagonistas de su propio desarrollo.

Así, en R.D. del Congo con las Siervas de San José como socia local, se está ejecutando un proyecto en el área rural Kabondo Dianda con el fin de mejorar la seguridad alimentaria de 34 mujeres campesinas y la de sus familias, reduciendo así la pobreza y favoreciendo la sostenibilidad del agroecosistema.

En Guatemala, TdS junto con la organización local “Sagrada Tierra” desarrollan actualmente un proyecto de fortalecimiento del liderazgo, la participación y las capacidades productivas de 132 mujeres rurales indígenas q´eqchís del departamento de Petén. Con el proyecto se pretende mejorar la agricultura familiar, fortaleciendo las capacidades técnicas de las mujeres en el manejo adecuado de las granjas avícolas familiares.

En Perú, con la Asociación Jesús Obrero (CCAIJO) se lleva a cabo un proyecto que pretende mejorar los ingresos de 108 mujeres emprendedoras campesinas gracias al desarrollo de una ruta agroalimentaria gastronómica en el Departamento de Cusco que diversifique la producción agropecuaria y agroindustrial rural.

Por otro lado, TdS y el Servicio Agropecuario para la Investigación y Promoción Económica (SAIPE) están desarrollando un proyecto que busca garantizar las condiciones de soberanía alimentaria, la mejora de la nutrición y la eliminación del hambre de 230 mujeres indígenas y de sus familias en el Amazonas a través de la diversificación de sus unidades productivas y la comercialización de sus productos en mercados locales.

En Nicaragua, se ejecuta un proyecto que beneficia a  280 mujeres rurales con el apoyo local de la organización “Unidad de Concertación y Cooperación Municipalista” (UCOM) en el Departamento de Madriz, a través del cual se promueven procesos productivos de 4 cooperativas en las áreas de productos lácteos, artesanía de bambú, turismo y producción de la agricultura familiar.

Desde Taller de Solidaridad seguiremos apostando por garantizar el acceso de las mujeres rurales al sistema productivo en igualdad de condiciones que los hombres; creemos firmemente que es una premisa indispensable para alcanzar el segundo y el quinto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para 2030. Para 2030, duplicar la productividad agrícola y los ingresos de la producción de alimentos en pequeña escala, en particular las mujeres, los pueblos indígenas, las familias agricultoras, los pastores y pastoras y los pescadores y pescadoras, entre otras cosas mediante un acceso seguro y equitativo a las tierras, a otros recursos de producción e insumos, conocimientos, servicios financieros, mercados y oportunidades para la generación de valor añadido y empleos no agrícolas. Si las mujeres tuvieran un acceso equitativo a los recursos productivos, los rendimientos agrícolas podrían reducir entre 100 y 150 millones la cantidad de personas con hambre crónica.