Sí, resiliencia, una palabra que llevo escuchando toda la vida, que leo en muchos artículos y libros; un tema de moda en recientes investigaciones, un vocablo que quizá no se entienda y no sepamos darle todo el significado que conlleva.
Pues, queridísimas lectoras y lectores, me he encontrado con ella y he tenido el gusto de conocerla personalmente en Piura.
Conociendo la resiliencia en persona
Según he podido observar, y hablando con ella, hay algo profundamente conmovedor en la resiliencia que muestran menores y adolescentes que crecen en medio de la escasez. A pesar de las carencias materiales que tienen en el aula, la incertidumbre diaria que sufren de tener o no tener un plato de comida, y otras dificultades emocionales y sociales que, a veces, parecen insuperables, estas chicas y chicos mantienen una luz interior que no se apaga. Su fortaleza va más allá de lo físico; es un espíritu indomable que les impulsa a seguir soñando, a encontrar alegría en las pequeñas cosas y a levantarse una y otra vez, sin rendirse.
Gestos de esperanza
Cada sonrisa en sus rostros de piel morena, cada gesto de cariño regalado, cada momento de curiosidad y aprendizaje, son un acto de valentía en un mundo que no siempre les ofrece facilidades. En sus ojos podemos ver la esperanza intacta, y la chispa que las impulsa a creer que un futuro mejor es posible.
Con sus palabras preguntan para encontrar una salida a sus sueños e ilusiones: “Miss Lola, ¿es bonito España? ¿Cómo es España? Me gustaría conocer España”.
Su resiliencia es un recordatorio de que la verdadera riqueza no está en lo que se tiene, sino en la capacidad de resistir, adaptarse y crecer, incluso cuando las circunstancias son adversas. “Miss Lola, no puedo quedarme a ensayar el debate porque tengo que cuidar a mis hermanos”.
Heroínas y héroes silenciosos
Adolescentes que son heroínas y héroes silenciosos, que nos enseñan con su ejemplo el valor de la perseverancia, la superación y el amor. He tenido el gusto y la oportunidad de leer en sus escritos palabras de superación frente a la adversidad… en algunos casos, además, con falta de personas de apoyo ante sus miedos, incertidumbres e inseguridades. No puedo olvidar esos testimonios escritos pidiendo auxilio para su bienestar emocional (“Me gustaría que me dijeran palabras bonitas”, “Me gustaría que me trataran con una sonrisa y amabilidad”).
Mi amiga, la resiliencia, me ha enseñado que hay que confiar cuando la vida nos enseña desconfianza. Cuando una persona encuentra apoyo y oportunidades, su resiliencia se transforma en una fuerza imparable que puede cambiar vidas y comunidades enteras.
Lecciones de vida…Una escuela diferente
¿Sabes qué hace única a la Institución Educativa 20138? Es especial y diferente, porque no solo enseña sino también resiste, se adapta, se levanta. Es una escuela resiliente que cuida emocionalmente y ofrece apoyo psicosocial a sus estudiantes.
Vaya sorpresa, pensativa y sorprendida me quedé cuando me dijeron que mi labor consistía en hablarles de resiliencia. Son ellas y ellos, adolescentes de la IE 20138, quienes dominan la materia. Nos dan lecciones de vida a quienes se supone que no las necesitamos.
La resiliencia no es un don: es un milagro cultivado con amor, con presencia y con esperanza.
¡Gracias, queridísimas y queridísimos estudiantes, por tanto aprendizaje!
Lola Solo de Zaldívar Maldonado, voluntaria internacional
Julio 2025. Piura, Perú