Nelvi: una joven emprendedora de Colombia

La lucha más dura es la interna. No nos dejemos paralizar por el miedo, somos capaces de lograr muchas cosas. La peor limitación no es la física, sino la mental 

De niña le decían que no valía, su realidad le mostraba un futuro sumido en la pobreza y la humillación en su Colombia natal, y su cabeza le susurraba que aquello no tenía sentido. Nada hacía presagiar que aquella joven sin recursos se convertiría en una mujer emprendedora y un referente para la juventud y para otras mujeres. 

 ¿Tu situación personal te ayudó a convertirte en emprendedora? 

En absoluto. Vengo de un familia pobre y disfuncional. Mi madre era campesina y se quedó viuda con tres hijos. Tuvo que sacarnos adelante ella sola y eso le endureció el carácter, hasta el punto de crear muchas inseguridades en mí, que aumentaron cuando a los quince años me tuve que poner a trabajar en el mercado. Allí muchos hombres me humillaron y eso me provocó graves depresiones, incluso pensé en el suicidio porque no le veía sentido a la vida. 

¿Cómo conseguiste superarlo?

Gracias a la ayuda de mi actual marido, una persona noble y buena, y de una trabajadora social de la Institución San José Obrero, que me animó a participar en el proyecto Emprendamos. Al principio dije que no, pero me quedé pensando, porque yo soñaba con ser emprendedora, tener mi negocio. A mí me habían enseñado a trabajar y ganarme el dinero. Entonces me decidí y empecé esa etapa tan bonita.

 ¿Tenías claro desde el principio a qué te querías dedicar?  

 No, mi primera idea fue un negocio de helados. Pero en el proceso de formación y acompañamiento, descubrí que la gastronomía no era lo que más me gustaba, que lo estaba escogiendo porque quería algo que no me implicara estudiar, pues creía que solo era hacerlos y probarlos. Hasta ese momento yo no sabía lo que quería ser porque siempre me tocó hacer lo que me tocaba. Pero con el acompañamiento psicosocial en Emprendamos fui descubriendo lo que quería ser: trabajar en el tema de belleza. La idea de negocio fue tomando forma. En el transcurso del proceso y a medida que el emprendimiento iba tomando fuerza, vi la necesidad de formarme. Me motivaron a estudiar y me matriculé en cosmetología. Fue difícil llegar a tener esa claridad porque estaba muy anclada a mi historia de vida. Pero tuve constancia en el proceso, me fui abriendo y logré tener claridad 

¿Qué proceso personal tuviste que hacer para darte cuenta de que podías convertirte en emprendedora? 

Tuve que enfrentar mis miedos e inseguridades. En este proceso la fe me ayudó mucho para salir de ese estado en el que estaba. Me sané interiormente, perdoné a mi mamá y hoy tenemos una buena relación. En el Proyecto también me ayudaron a sanar mi historia de vida, a volverme segura, a no tener miedo a equivocarme, a trabajar en equipo. Me impulsaron a seguir el camino para hacer lo que a mí me gustaba y a descubrir las habilidades y dones que tenía. Hice la práctica de mi formación en un spa en el barrio de Belén. Al principio me enfrenté a personas que me desmotivaban, no creían en mí, pero finalmente me fue muy bien. Aprendí a ir a mi ritmo y tuve la certeza de que podía lograr lo que me proponía. A soltar el pasado, el temor por el futuro y vivir el presente, porque estos me paralizaban. Descubrí que la presión mía y la de los demás era lo que me frenaban. Hoy cuando aparecen esos miedos, se pedir ayuda o utilizo las herramientas que tengo para enfrentarlos.  

 Formación, creer en tus posibilidades, ¿qué más se necesita para llegar a tener un negocio propio? 

Personas que también crean en ti y plata para poder formarse y empezar, algo que me proporcionaron en Emprendamos y mi marido Humberto. Cuando terminé las prácticas, en el spa me propusieron que me quedara a tiempo completo. Lo pensé, lo analicé con mi esposo y con la coordinadora del Proyecto. Ambos me animaron a seguir con mi sueño, y llegué a la conclusión de que mi ser de emprendedora era fundamental para mí, era por lo que me había motivado a prepararme y por lo que apostaba. Hoy estoy como emprendedora, tengo mi negocio de estética y trabajo por días en el spa, donde afianzo mi experiencia. Además, estoy muy feliz, porque hace poco tuve mi primera experiencia de formar a otras mujeres en maquillaje, en una jornada que promovió una fundación. Les gustó mucho mi trabajo, y las mujeres aprendieron y quedaron muy contentas. 

 ¿Cuáles son las ventajas de haberlo conseguido? 

Muchas: autonomía económica, tener la posibilidad de administrar mejor mi tiempo, ganar en seguridad, salir de una “parálisis emocional” y ser hoy una mujer emprendedora, activa, soñadora, proactiva… Decidí tener una vida diferente y darme oportunidades. 

¿Crees que la independencia económica de las mujeres puede contribuir a una sociedad igualitaria? 

Sí, sin duda 

 ¿Y cuál es ahora tu siguiente sueño? 

Continuar organizando mi cabina de trabajo, conseguir una casa en la que mi negocio pueda estar mejor ubicado y de más fácil acceso. Sé que el camino de emprender no es fácil: fidelizar clientela, tener ingresos suficientes, contar con todos los equipos, pero tengo la convicción de que lo voy a lograr. Que la sumatoria de pequeños pasos es lo que me ha permitido llegar lejos y me va a llevar donde quiero. Quiero prepararme más, para aprender nuevas técnicas, que garanticen un trabajo de mucha calidad. Me gusta vender cosas buenas y hacer excelentes trabajos.  

 Además de emprendedora, también te has convertido en un referente para la juventud al ser la protagonista del escape room de Taller de Solidaridad, “La historia de Nelvi”, que presentamos el Día Internacional de la Mujer. ¿Por qué aceptaste este reto? 

 Para aprender a decir sí a las puertas que se abren y recibir las oportunidades, para dar ejemplo y mostrar lo que la fe hace en la vida y las personas. Quiero aportar a la juventud mi experiencia. 

 ¿Qué les dirías a esa juventud que va a conocer tu historia a través del escape room? 

Que la lucha más dura es la interna. No nos dejemos paralizar por el miedo, somos capaces de lograr muchas cosas. La peor limitación no es la física sino la mental. 

¿Cómo crees que tu ejemplo puede ayudar otras jóvenes? 

Enseñándoles a que identifiquen bien lo que quieren y a que luchen por lograrlo. Que se decidan a hacer las cosas con amor y entrega. 

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