“Existe inseguridad alimentaria en la población, por los bajos ingresos monetarios que percibe la familia, debido a los bajos rendimientos productivos y al desfavorable precio de estos productos en el mercado; situación que no permite a las familias campesinas cubrir sus necesidades con dignidad. Además, hay que sumar la poca disponibilidad de un recurso tan importante como el agua.”
Mercedes Cueva Vargas es técnica de cooperación en la Asociación Jesús Obrero- CCAIJO, entidad peruana con la que colaboramos desde hace más de quince años en varios proyectos de formación y emprendimientos locales en la zona de Cusco. Proyectos como el que nos han presentado este mes de noviembre su compañera, Margot Huamán Orosco y la apicultora Lucía Guadalupe Huisa Humppire, apoyado por la Generalitat Valenciana. Mercedes compagina su trabajo como profesional en Administración Rural con su papel de madre en solitario de tres hijos.
¿Cuál es la situación actual en la región de Cusco que motiva la intervención de estos proyectos de cooperación internacional?
La región del Cusco es prioritariamente rural y amazónica, aunque la mayor parte de la población se concentra en la provincia del Cusco. CCAIJO tiene su sede en la provincia de Quispicanchi, un territorio prioritariamente rural con población quechua hablante, con altos índices de analfabetismo, sobre todo de mujeres mayores de 45 años.
Los servicios de educación superior están concentrados en la capital de la región, por lo que las oportunidades de continuar los estudios superiores son muy limitadas, y esto contribuye a la persistencia de la pobreza. Además, la brecha de género, tanto a nivel regional como provincial, es una gran preocupación, pues las oportunidades de desarrollo para las mujeres son menores.
¿Cuáles son los principales desafíos a los que se enfrentan las comunidades rurales andinas y las personas que han desarrollado sus emprendimientos locales en esta región?
Las comunidades campesinas tienen una rica tradición de organización, por las condiciones de subsistencia que el medio natural les exige y por la capacidad desarrollada culturalmente de trabajar en conjunto. Sin embargo, las organizaciones comunales afrontan serios conflictos y deterioro por la presencia cada vez mayor de intereses individuales y la confrontación generacional entre comuneros antiguos y jóvenes.
Existe inseguridad alimentaria en la población, por los bajos ingresos monetarios que percibe la familia, debido a los bajos rendimientos productivos y al desfavorable precio de estos productos en el mercado; situación que no permite a las familias campesinas cubrir sus necesidades con dignidad. Además, hay que sumar la poca disponibilidad de un recurso tan importante como el agua.
Los jóvenes, si deciden quedarse en la comunidad, constituyen una población importante que presiona a la estructura familiar y comunal para que se generen cambios en las formas de producir y son el sector de población más interesado en generar innovaciones tecnológicas y organizativas que permitan hacer más eficiente la actividad agropecuaria. Pero el manejo tecnológico no responde a las demandas del mercado.
¿Cómo se aborda la cuestión de género dentro de estos proyectos?
Los proyectos priorizan la participación de las mujeres, si bien con esto no es suficiente. Debido a que la mayoría de las mujeres son quechua hablantes, el programa de capacitación se desarrolla en este idioma. Además, considerando que un buen porcentaje son analfabetas, las capacitaciones son prácticas, los folletos y manuales son de fácil entendimiento, con gráficos y contenidos acordes a sus características educativas, sociales y culturales.
Debido a la carga familiar y laboral, tienen limitaciones para desplazarse fuera de su comunidad, por lo que las actividades de capacitación se realizan en las mismas comunidades. También se presta asistencia diferenciada a las madres con hijos pequeños para que puedan integrarse en los espacios de formación, contratando los servicios de una persona capacitada en el cuidado infantil durante los procesos formativos. Como proyecto, no solo enfatizamos cambios en la parte económica, sino también avanzamos en una relación compartida, humana, de respeto entre iguales.
¿Qué desafíos específicos enfrentan las mujeres rurales andinas en comparación con otros grupos dentro de la comunidad?
Las mujeres están encargadas del cuidado de la familia, pero se considera que este trabajo no tiene valor económico. Por otra parte, su trabajo en las faenas comunales se contabiliza como media jornada bajo el supuesto de que su productividad es menor que la de los varones. Esta situación se traduce en que tienen menos oportunidades para disponer de los recursos de la familia y de ejercer liderazgo social.
Además, las mujeres tienen una escasa y débil participación en las organizaciones de la sociedad civil y en los espacios de decisión comunales y distritales. Suelen ser miembros de organizaciones productivas (asociaciones de productores de cuyes, flores, etc.) en las que los principales cargos directivos están ocupados por varones. Al no ejercer cargos directivos representativos, su participación en los espacios distritales de coordinación y decisión es reducida. De este modo, sus necesidades e intereses son desatendidos.
Por otro lado, existe un alto índice de violencia familiar, expresada en el maltrato físico y psicológico a mujeres de diferentes edades. El maltrato es tan común que se ha asumido como normal y se ha guardado silencio durante muchos años. Esta situación ha afectado a su autoestima y autovaloración, llegando en casos extremos a justificar ellas mismas la violencia a la que se ven sometidas.
¿Podrías compartir algún ejemplo concreto de cómo se promueve la participación y el liderazgo de las mujeres en los emprendimientos locales?
Muchas mujeres se organizan para la comercialización de sus productos, fijando estrategias y precios justos antes de la comercialización. Son asociaciones que mantienen una comunicación constante y están informadas de la oferta y demanda de los productos.
¿Cuáles han sido los principales logros alcanzados desde que se iniciaron estos proyectos?
Se ha podido mejorar la producción agropecuaria y agroindustrial, así como los servicios de los restaurantes y tiendas rurales de la denominada “Ruta Gastronómica del Ausangate”, gracias al apoyo de la Xunta de Galicia. Se ha implementado la siembra y cosecha de agua y sistemas de riego más eficiente. También se han incorporado tecnologías apropiadas para los procesos de producción y transformación. Y la participación de las mujeres en la formación ha permitido fortalecer sus capacidades técnicas y una mayor participación en la toma de decisiones.
¿Puedes destacar algún caso o historia de éxito que refleje el impacto positivo de estas intervenciones en la vida de las personas y comunidades locales?
El caso de María Elena Condori. Empezó criando veinte cuyes y al cabo de ocho años ha llegado a tener cinco mil, además, ha conseguido que su esposo se uniera al emprendimiento dejando de ir a las minas y las hijas cursan estudios superiores afines al emprendimiento con el propósito de mejorarlo. Por otro lado, genera puestos de trabajo para al menos tres personas, comercializa los cuyes en diferentes presentaciones (pelados, filetes, trozados) envasados al vacío y es un referente para muchas mujeres de su comunidad.
¿Qué tipo de colaboración existe con las autoridades locales, organizaciones comunitarias y empresas privadas en la implementación de estos proyectos?
Tenemos convenios interinstitucionales para el trabajo en cooperación, formamos parte de las Mesas Técnicas, que son espacios que permiten validar y viabilizar propuestas en mejora de las comunidades y participamos en la formulación de los proyectos de los gobiernos locales para garantizar una mejor intervención en los territorios.
¿Cuál es la visión a largo plazo para el desarrollo de estas comunidades?
Comunidades con un empleo digno y sostenible y una visión cooperativa, y familias con capacidades técnicas productivas en equilibrio con el medio ambiente.
¿Podrías compartir cómo te has sentido en tu papel y qué desafíos o experiencias significativas has enfrentado por el hecho de ser mujer en el desarrollo de tu colaboración en terreno?
En los procesos de implementación de las actividades del proyecto, asumí responsabilidades técnicas como la siembra de forrajes o construcción de galpones (lugar amplio y techado utilizado como depósito o taller) muchas veces vistas solo para varones, pero sentí que estaba preparara para asumir los diferentes retos. Eso inspiró a muchas mujeres a tener más confianza y seguridad. En mi rol de madre, tuve que planificar mejor mis tiempos y distribuir roles dentro de la familia.
¿Crees que tu género ha influido de alguna manera en tu enfoque o en la forma en que has interactuado con las comunidades locales y los colegas en el campo?
Si, durante los procesos de capacitación, las mujeres se sentían en confianza conmigo para el dialogo y para asumir retos propios de la actividad.
Durante tu visita a España y al encontrarte con personas que contribuyen a la financiación de los proyectos, ¿qué impresiones o aprendizajes te llevaste de esa experiencia?
Fue una experiencia gratificante; pude ver que, al margen del desarrollo económico u otras variables que podemos medir, las personas somos muchos más iguales de lo que pensamos. Al recibir tanto cariño, tantos buenos gestos, me hicieron pensar que el mundo es una cosa maravillosa. Me devolvieron la esperanza de un futuro mejor para nuestros hijos e hijas.
¿Hubo algún momento destacado o conversación que te haya impactado especialmente durante tu visita a España en relación con la sensibilización y la financiación de los proyectos de cooperación internacional?
Los encuentros con emprendedores y la similitud en cuanto a los problemas que atravesamos las mujeres al momento de emprender. Así como el diálogo de manera horizontal con las diferentes cooperantes, reflejado en la confianza y la apuesta por los más necesitados.
¿Hay algún mensaje que te gustaría transmitir sobre la importancia de la cooperación internacional y el trabajo en temas de igualdad de género en proyectos de desarrollo comunitario?
La transformación como efecto de la intervención de las cooperantes ha permitido que las mujeres puedan acceder a mejores niveles educativos, los cuales permiten fortalecer su autoestima y confianza. Pese a estos avances hay un largo camino por recorrer y necesitamos fortalecer estas alianzas por el bien común y el bienestar de las personas.