Liliana Siles es coordinadora del proyecto de huertos orgánicos familiares de la Fundación Nuqanchik, que apoyamos en Cochabamba. En el anterior boletín, nos contó en qué consiste esta iniciativa, hoy conoceremos cómo está influyendo en las vidas de las mujeres que forman parte de él.
¿Cómo contribuyen los huertos orgánicos familiares a la nutrición de las familias participantes? ¿Cómo se promueve el consumo de una dieta variada y equilibrada entre las familias beneficiarias?
Gracias a los huertos, las familias tienen un acceso constante a alimentos frescos, nutritivos y sanos. Cultivan sus propias hortalizas y frutas libres de pesticidas y fertilizantes químicos. Esto está suponiendo una mejora en la calidad y nutrición en la alimentación de la familia y reduce la dependencia de alimentos comprados, las familias pueden destinar sus recursos para compra de agua, carne y otras necesidades. La producción local también está contribuyendo a fomentar una conexión más profunda con el origen de los alimentos, promoviendo hábitos alimentarios más saludables y sostenibles.
Desde la Fundación intentamos promover el consumo de una dieta variada y equilibrada entre las familias participantes a través de talleres de educación nutricional de forma práctica donde se enseña a aprender haciendo y probando en comunidad, se distribuyen materiales educativos con recetas y guías alimentarias. Las mujeres líderes organizan encuentros, convivencias y cocina comunitaria, demostrando cómo preparar platos nutritivos y balanceados. Además, se fomenta la diversificación de cultivos en los huertos familiares, incentivando la producción de frutas y hortalizas variadas.
¿Qué impacto ha tenido el proyecto en la vida de las mujeres y sus familias desde su inicio en 2021?
El impacto es significativo tanto en la vida de las mujeres como en la de sus familias. Las mujeres han ganado conocimientos en prácticas de agricultura periurbana y habilidades, lo que ha mejorado la producción de alimentos orgánicos en los huertos y ha contribuido a una mejor nutrición y seguridad alimentaria en sus hogares. Las mujeres han generado ingresos adicionales a través de la venta de excedentes de productos a los vecinos, mejorando de a poco la economía de la familia. Además, aunque el empoderamiento económico es un proceso, se puede apreciar cuando las mujeres comparten su experiencia. La participación en el proyecto ha fortalecido la autoestima y la conexión comunitaria, creando una red de apoyo entre las participantes.
El proyecto también ha fomentado la educación ambiental, productiva, alimentación saludable, relaciones sociales, beneficiando tanto a las familias como al medio ambiente, estableciendo bases sólidas para un desarrollo comunitario más sostenible y resiliente.
¿Cómo se mide el éxito del proyecto en términos de mejora de la seguridad alimentaria y sostenibilidad ambiental?
El éxito del proyecto de huertos familiares en mejora de la seguridad alimentaria se mide mediante varios indicadores clave: la cantidad y variedad de cultivos producidos; la reducción de gastos en alimentos externos; la mejora en la diversidad y calidad de la dieta de los hogares; el aumento de ingresos por la venta de excedentes de hortalizas y huevo criollo y el nivel de participación comunitaria en el proyecto. Además, se evalúa el conocimiento adquirido a través de capacitaciones, encuentros, convivencias y la implementación de prácticas.
El éxito del proyecto de huertos familiares en términos de sostenibilidad ambiental se mide mediante indicadores como son: la adopción de prácticas como el uso de abonos orgánicos, compostaje, bioinsumos naturales y macetas con material reciclado; la reducción de residuos orgánicos, la conservación del agua a través de sistema de cosecha, el almacenamiento de agua de lluvia y la ampliación en la diversidad de los cultivos.
¿Cómo ha cambiado la percepción y el rol de las mujeres en la comunidad desde que comenzó el proyecto?
Desde el inicio del proyecto de huertos orgánicos familiares, la percepción y el rol de las mujeres en la comunidad ha cambiado significativamente.
Antes, muchas mujeres eran vistas, principalmente, como amas de casa. Sin embargo, a través de su participación en los huertos, han demostrado habilidades de liderazgo y gestión, ganando respeto y reconocimiento por sus familias y por la comunidad.
Este proyecto no solo ha mejorado la seguridad alimentaria, sino que también ha empoderado a las mujeres, dándose autoempleo y generando ingresos económicos propios.
La colaboración en los huertos ha fortalecido el sentido de comunidad y solidaridad entre mujeres, y ha fomentado un cambio en la percepción tradicional de género, promoviendo la igualdad y la participación de las mujeres en decisiones comunitarias importantes.
¿Qué otras iniciativas estáis planeando para continuar mejorando la seguridad alimentaria y la sostenibilidad en la comunidad?
Además de continuar mejorando la seguridad alimentaria, seguiremos con los talleres de capacitación en temas de uso eficiente del agua, el compostaje y la rotación de cultivos. Queremos promocionar un espacio de venta local en la Fundación que ofrezca a los vecinos alimentos frescos de los huertos, huevos criollos, pan y otras iniciativas que las mujeres propongan desde su experiencia.
También estamos planteando ampliar la crianza de animales menores, como gallinas y patos, para la producción de carne y huevo criollo para el autoconsumo y los excedentes para la generación de ingresos económicos de la familia. Otro de nuestros objetivos es recuperar la gastronomía tradicional ancestral desde el conocimiento de las familias con hortalizas producidas en el huerto y fomentar en estos la diversidad de cultivos entre hortalizas y frutas para asegurar una dieta variada y rica en nutrientes.
Para mejorar la sostenibilidad en la comunidad, se están planificando iniciativas como: la instalación de sistemas de captación de agua de lluvia para riego; la promoción de técnicas de permacultura, y el uso de compostaje para reducir residuos y mejorar la fertilidad del suelo; la creación de espacios de formación y educación ambiental y el fomento de la producción de semillas locales, preservando variedades y diversificar la producción.
Acompañar y fortalecer la organización comunitaria de las mujeres para garantizar la sostenibilidad del trabajo y establecer redes de apoyo entre comunidades de mujeres para compartir conocimientos es otro de nuestros objetivos.
¿Podrías compartir algún testimonio o historia de éxito de alguna de las participantes del proyecto?
Un testimonio interesante es el de Feli, una mujer que ya lleva más de siete años participando en la actividad de los huertos. Antes del proyecto, su familia dependía completamente de los mercados para comprar verduras. Ahora, con los huertos que tienen en casa, no solo cuentan con verduras frescas y orgánicas, sino que también han reducido sus gastos porque ya no tienen que ir al mercado a comprarlas.
Ella ha aprendido mucho gracias a la capacitación sobre huertos familiares, pues ha construido su huerto con bolillos, malla gallinera y malla semisombra, para que el sol no seque rápidamente sus plantas.
Feli disfruta trabajando en su pequeño huerto durante todo el año y nunca le faltan tomates, perejil o acelgas. Ahora también ha construido un gallinero para que sus gallinas pongan huevos; los nidos están hechos con barro y algunas maderas. Gracias al proyecto, recibió cuatro gallinas ponedoras. Con ellas, sus hijos comen de manera más saludable, preparándose sándwiches tanto en el desayuno como en el almuerzo. Su familia también la apoya y está muy contenta con el huerto familiar. Sus hijos riegan las plantas y cuidan de las gallinas, y su esposo le ayuda a arreglar y mejorar el huerto.
Este proyecto ha cambiado la vida de Feli y su familia, dándoles independencia económica y mejorando su nutrición. Ella se siente empoderada y orgullosa de contribuir al bienestar de su familia.