Hola de nuevo. Creo que os prometí hablar en la anterior entrada sobre mi próxima visita a las comunidades, pero se han retrasado un poco los planes. Por lo que os voy a contar cositas en general sobre lo que he hecho esta semana.
Esta semana he empezado a conocer la actividad de los Clubes de Reforzamiento Escolar que, mis compañeras Irma y Asunción, desde el proyecto Derecho a la Educación, coordinan.
Concretamente he visitado tres de ellos en Somoto. El nombre a los Clubs se les asigna según el sector en el que se encuentran, sector 9, 10 y 23.
La primera sorpresa con la que me he encontrado es que uno de ellos, el 23, se encuentra en la propia casa de una de las promotoras (voluntarias). En una estancia con acceso a un patio interior, poca luz y nada ambientada para la actividad. Pero como Asunción me explica durante la visita, los espacios con los que cuentan no son suficientes o están muy alejados, por lo que los propios promotores toman este tipo de iniciativas para así aumentar el número de asistentes. En este caso, los niños asisten dos tardes a la semana, y el número de participantes es variable, entre 5 y 12.
Los otros dos centros se encuentran en un centro social de uso com unitario y en una escuela de preescolar. Aquí los espacios son más acogedores y están decorados con trabajos que los propios niños han ido elaborando, como podéis ver en las fotos que comparto. No han sido días de mucha afluencia, pues la semana pasada estuvieron de vacaciones y como me explica la profesora Judith, a los niños, y a sus familias les cuesta recuperar la rutina.
De entre los niños que pude conocer en esta semana, me acuerdo especialmente de Odette, cuya madre acaba de regresar de España, después de vivir allí por cinco años cuidando viejitos (como aquí llaman cariñosamente a las personas mayores). Cuando la mamá de Odette se fue, ella tenía 1 año, y según me cuenta su profesora, se quedó a cargo de su hermana mayor, de 14 años, que además debía hacerse cargo de otras dos hermanas medianas. Odette es una de las niñas más trabajadoras y educadas de la clase, le encanta estudiar y escribe muy bien para sus seis años, se muestra orgullosa, y además sonríen sus ojos cuando le preguntan por su mamá. Su historia encaja a la perfección con lo que me venían contando durante estos días, en Somoto hay un elevado número de mujeres que han emigrado a España en los últimos ocho años. La mayoría a la zona de Euskadi, y concretamente a San Sebastián, son lugares que aquí todo el mundo conoce de oídas, precisamente por la emigración.
De camino a los centros he ido conociendo otras zonas de Somoto, a las que aun no había ido. Me he encontrado con un hospital casi reformado por completo, un centro de formación profesional para jóvenes con dificultades, donde aprenden profesiones como reparación mecánica, informática, electricidad, etc. También una residencia de mayores y dos escuelas, una de primaria y otra de secundaría, y una plaza recién pintada con colores muy alegres. Os cuento esto porque en el viaje me estoy encontrando con mucha pobreza, muchísima, cuyas consecuencias recaen más duramente en los niños, pero quiero también transmitiros todo lo positivo que estoy viendo. Aquí se están haciendo grandes logros, todavía insuficientes, muy insuficientes, pero las cosas no están quietas, algo se mueve, mucha gente está trabajando y luchando para que esto cambie. Mucha de esta gente se encuentra dentro de INPRHU y de otras entidades similares, como trabajadores o voluntarios, y la ayuda de la cooperación internacional es fundamental para que sigan adelante.
Tendría mucho más que contar, pero como os vengo diciendo, no quiero que resulte pesada la lectura, así que prometo no tardar en escribir.
¡¡Un abrazo a tod@s!!!
Helena (Nicaragua)