Dos voces, una misma transformación

Cuando María del Carmen Romero y Pamela Sánchez se sientan juntas, sus voces cuentan una historia de transformación colectiva. María del Carmen pasó de ama de casa sin autonomía económica a empresaria y referente en su comunidad guaraní. Pamela, coordinadora de IRFA (Instituto Radiofónico Fe y Alegría) en Bolivia, acompaña ese proceso desde la convicción de que la educación y los derechos de las mujeres son el camino hacia una sociedad más justa.
Juntas han viajado hasta España para compartir cómo un proyecto de cooperación, impulsado por IRFA, con el que colaboramos desde Taller de Solidaridad, junto a Entreculturas, con el apoyo de la Xunta de Galicia, se ha convertido en un motor de cambio para mujeres y comunidades enteras.

Cuando los caminos se cruzan

María del Carmen, ¿cómo llegaste a IRFA?

Escuché por la radio que pronto iniciarían cursos de panadería, y sentí que era la oportunidad que estaba esperando. Siempre había tenido el sueño de especializarme como panadera y repostera. Quería adquirir conocimientos técnicos, perfeccionar mis habilidades y convertir mi pasión en una fuente de ingresos para apoyar a mi familia.

Pamela, ¿qué barreras enfrentan las mujeres guaraníes en Bolivia?

En las comunidades guaraní, las mujeres enfrentan una profunda desigualdad en el acceso a oportunidades educativas. Los roles de género perpetúan macro y micromachismos tanto en espacios privados como públicos. Muchas mujeres experimentan miedo de enfrentarse primero a sus familias y comunidades, pero sobre todo a sí mismas, debido a una autoestima debilitada por años de exclusión. Por ello, este tipo de proyectos son fundamentales: empoderan a las mujeres, fortalecen el ejercicio de sus derechos económicos, políticos y sociales, y generan procesos reales de igualdad.

María del Carmen, ¿cuáles fueron tus propias barreras?

Durante mucho tiempo, no tenía derecho a salir ni a decidir por mí misma. Mi esposo decía que, por ser mujer, debía quedarme en casa. No contaba con recursos para iniciar mi emprendimiento, pero tenía el deseo y la convicción de cambiar mi realidad. Tuve que enfrentarme a él para decirle que había conseguido un préstamo. Fue un acto de valentía, el primer paso hacia mi independencia. Desde entonces, he aprendido a valorarme, a defender mis decisiones y a demostrar que como mujer tengo el derecho de crecer, emprender y aportar al bienestar de mi familia.

Cuando todo cambia y la realidad se transforma

María del Carmen, ¿cuál fue el momento en que sentiste que algo estaba cambiando?

El día que gané mi primer ingreso por la venta de mis productos, sentí una emoción profunda: fue el impulso que necesitaba para seguir adelante. Al día siguiente, me levanté con más fuerza y determinación para continuar produciendo. En ese momento comprendí que yo también podía aportar económicamente a mi hogar, y eso fortaleció mi autoestima, mi independencia y mi rol dentro de la familia.

Tu esposo se unió a los cursos contigo a pesar de las burlas. ¿Cómo fue eso?

Él decidió unirse a los cursos, a pesar de que otros hombres se burlaban y le decían que eso era “cosa de mujeres”. Al ver que yo generaba ingresos, comprendió que los cursos ofrecían herramientas valiosas: aprender a calcular costos, administrar recursos y mejorar la calidad de los productos. Esa experiencia cambió su perspectiva sobre el rol de las mujeres en la economía familiar y comunitaria. Hoy reconoce el valor del aprendizaje y el impacto positivo que tiene en nuestras vidas.

 

Y ahora, ¿cómo ha cambiado tu relación con él?

Ya tengo mi propio emprendimiento que manejo yo. Al ver que ganaba a diario, mi esposo decidió trabajar conmigo, o mejor dicho, trabajar para mí, pues yo le pago cuando decora las tortas. Ahora tenemos confianza uno del otro, y él dice que me valora. También se arrepiente de no haberme dejado estudiar antes, pues habrían cambiado su vida mucho antes.

Pamela, ¿es común que los hombres participen?

Aunque no es habitual, algunos hombres han comenzado a participar, rompiendo barreras culturales de género. Este proceso ha contribuido a dinamizar los roles tradicionales, promoviendo mayor corresponsabilidad y reconociendo el valor del aporte económico de las mujeres.

Más allá del negocio: el efecto multiplicador

María del Carmen, ¿cómo apoyas a otras mujeres de tu comunidad?

Les enseño cuando hablo con ellas sobre cómo administrar, calcular costos y gastos, para que tomen en cuenta los ingredientes y los productos que deben sacar y cuándo tienen que vender. También lo aplicamos en la elaboración del mismo producto.

 

Pamela, ¿este efecto multiplicador estaba previsto?

Ha sido una sorpresa gratificante, aunque en parte también esperado. Lo que ha superado las expectativas es la velocidad y profundidad con la que se ha manifestado. Muchas mujeres no solo han fortalecido su autonomía económica, sino que se han convertido en referentes dentro de sus comunidades. Han inspirado a otras mujeres, y también a hombres, a formarse y emprender. Este contagio positivo demuestra que cuando se invierte en las mujeres, se transforma el tejido social en su conjunto.

María del Carmen, ¿sientes que ahora ejerces derechos que antes no tenías?

Ahora puedo hablar en las reuniones y decir a las autoridades lo que pienso sin que nos engañen. Puedo manejar mi propio emprendimiento, participo en reuniones del colegio de mis hijos, y ahora asumí el cargo de Junta escolar, que tiene como responsabilidad velar por el bienestar de los niños.

La experiencia en España

María del Carmen, has conocido a emprendedoras españolas, has compartido con estudiantes en Galicia, Madrid y Castilla-La Mancha. ¿Qué te ha sorprendido más?

Me ha sorprendido el equipamiento que tienen en sus panaderías para hacer todo tipo de panes y repostería. De Yamila me sorprendió la agilidad que tiene en la elaboración de sus productos. De Vanesa, que tiene variedad de masas para determinados productos. Y de los estudiantes, que preguntan con toda confianza sobre cómo puse en marcha mi emprendimiento.

Pamela, ¿qué valor tiene para el proyecto que María del Carmen comparta su historia aquí?

Tiene un valor inmenso, porque ella es una de las emprendedoras que ha logrado cambiar su vida y transformar la de su familia. Representa a muchas otras mujeres emprendedoras, cada una con historias de vida inspiradoras que merecen ser contadas.

También habéis hablado de la importancia de la radio y de la comunicación comunitaria en estos procesos de transformación. ¿Cómo trabajáis esto desde IRFA, teniendo en cuenta que sois un instituto radiofónico?

Precisamente en la Universidad Complutense tuvimos la oportunidad de hablar con los estudiantes de Periodismo de este poder transformador de la comunicación comunitaria, especialmente en contextos donde las voces históricamente silenciadas comienzan a ocupar espacios de expresión y decisión.
Destacamos cómo la comunicación comunitaria no solo informa, sino que fortalece identidades, construye redes de apoyo y moviliza procesos de cambio social, es parte de los procesos de formación.

María del Carmen, ¿cómo ha sido importante la radio en tu proceso?

La radio ha sido fundamental. A través de sus programas, no solo adquirí los conocimientos que hoy comparto con los demás, sino que también aprendí a leer y escribir. Fue mi primera ventana al mundo del saber, una herramienta cercana y accesible que me permitió crecer y sentirme parte activa de mi comunidad.

El valor de la cooperación

Pamela, ¿por qué es importante el apoyo de organizaciones como Taller de Solidaridad y Entreculturas?

Su apoyo va mucho más allá de canalizar fondos, representa una alianza basada en valores compartidos y una visión común de transformación social. Estas organizaciones son aliados estratégicos con quienes construimos un futuro centrado en generar oportunidades reales y sostenibles para las mujeres. Su acompañamiento técnico, político y financiero ha permitido fortalecer procesos de formación, liderazgo y emprendimiento que impactan directamente en la vida de las mujeres y sus comunidades.

María del Carmen, ¿qué les dirías a las personas en España que hacen posibles proyectos como este?

Quiero dar las gracias por brindarnos esta oportunidad que nos permite seguir nuestros sueños y convertirnos en buenas emprendedoras. Gracias a este proyecto, muchas de nosotras hemos descubierto que sí podemos, que tenemos talento, fuerza y capacidad para salir adelante. A quienes están pensando en iniciar su propio emprendimiento, les diría que se arriesguen, que confíen en lo que les apasiona. Si les gusta lo que hacen, lo lograrán. Emprender no solo transforma nuestra economía, también transforma nuestra autoestima, nuestra familia y nuestra comunidad.

Mirando al futuro

María del Carmen, ¿cuáles son tus sueños?

Uno de mis grandes sueños es tener mi propio puesto en el mercado de la ciudad de Santa Cruz, donde pueda vender los productos que elaboro con tanto esfuerzo. Quiero que ese espacio se convierta en una fuente estable de ingresos, pero también en un lugar donde las personas reconozcan la calidad de mi trabajo y el valor de lo que hago.

Pamela, ¿cuáles son los próximos pasos del proyecto?

Seguimos acompañando a las emprendedoras mediante el monitoreo constante de sus actividades, avances y desafíos. Hemos iniciado el proceso de evaluación final del proyecto, con el objetivo de sistematizar los aprendizajes y medir el impacto alcanzado. Esta evaluación será fundamental para proyectar una tercera fase, que permita consolidar lo logrado, ampliar la cobertura y profundizar en los procesos de empoderamiento, liderazgo y participación de las mujeres en sus comunidades.

Si tuvierais que explicarle a alguien en una frase qué significa este proyecto, ¿qué le diríais?

Pamela: Mujeres generadoras de cambio.
María del Carmen: No hay límites para las mujeres cuando están decididas a alcanzar sus sueños.

Un mensaje final

María del Carmen, ¿un mensaje para esas mujeres que, como tú, quieren tomar las riendas de su vida?

Como mujeres, es fundamental que aprendamos a enfrentar con valentía los obstáculos que surgen en el camino del emprendimiento. Las dificultades existen, pero no deben ser motivo para rendirse. Al contrario, deben convertirse en desafíos que nos impulsen a crecer, a aprender y a fortalecernos. La perseverancia es clave: es esa fuerza interior que nos permite levantarnos cada día con determinación, seguir apostando por nuestros sueños y demostrar que somos capaces de construir nuestros propios caminos. Con esfuerzo, constancia y confianza en nosotras mismas, todo es posible.