La Soberanía Alimentaria es un concepto que nace a raíz de la Cumbre Mundial de la Alimentación, celebrada en Roma en el año 1996, impulsado a nivel internacional por el movimiento campesino. Es un concepto muy dinámico, que surgió con una visión meramente reivindicativa, y que se ha transformado en un marco de políticas para abordar la lucha contra el hambre.
La Soberanía Alimentaria se define como “el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas y estrategias sustentables de producción, distribución y consumo de alimentos que garanticen el derecho a la alimentación para toda la población, con base en la pequeña y mediana producción, respetando sus propias culturas y la diversidad de los modos campesinos, pesqueros e indígenas de producción agropecuaria de comercialización y de gestión de los espacios rurales, en los cuales la mujer desempeña un papel fundamental”.
Es un concepto que pone de manifiesto de manera explícita la visión de sostenibilidad y autonomía, el derecho a la alimentación y el apoyo a la Agricultura Familiar. Conceptos y visiones que desde Taller de Solidaridad venimos trabajando de la mano de nuestras socias locales, promoviendo la agroecología, apoyando el impulso de la Agricultura Familiar, para promover la realización efectiva del derecho a alimentación en los proyectos productivos que trabajamos.
Pero el trabajo en Soberanía Alimentaria también implica, como lo recoge su definición, trabajar y poner el foco en mejorar el acceso de las mujeres a recursos productivos, de manera que se vaya cerrando la brecha de género en la agricultura. Implica también reconocer la labor y el trabajo que ellas desempeñan en la Agricultura Familiar, que se encuentra completamente invisibilizado al considerarlo una extensión de sus labores reproductivas, y no un trabajo productivo como tal.
De igual manera, la Soberanía Alimentaria da prioridad a las economías locales y a los mercados locales y nacionales, fomentando un comercio transparente que garantice ingresos dignos para las personas que producen, y de las personas que consumen, para que puedan controlar su propia alimentación y nutrición.
En la Agenda 2030, y dentro de esta, en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, se recoge la importancia de poner fin al hambre en el ODS2. “Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible”, aunque dentro de este no se recoge la soberanía alimentaria.
Actualmente, ante la emergencia sanitaria que vive el mundo por la pandemia del COVID-19, podemos ver, una vez más, porque es tan importante promover la soberanía alimentaria, pues el hambre será, seguramente, una de las consecuencias indirectas más graves del COVID-19. En este momento, donde millones de personas en el mundo siguen sobreviviendo por los ingresos que obtienen dentro del mercado informal del día a día, el confinamiento reduce a cero sus ingresos. A esto se le une la dificultad para encontrar alimento con la que se encuentran muchas personas.
Otros aspectos como la dificultad de transporte, el monocultivo, las subidas de precio de los alimentos y el abandono que están sufriendo los pequeños y medianos agricultores y agricultoras, pone de relevancia la importancia que tiene la creación de mercados locales, la no dependencia de mercados extranjeros para la alimentación básica y la necesidad de promover una producción agroecológica local, sostenible y autónoma. En estos días podemos ver como la población rural de diferentes países, como Nicaragua y Perú, se organiza para, en primer lugar, cuidar su salud y la de las personas de su entorno, a la par que se autogestionan, comparten alimentos y abogan por la autoproducción de alimentos en sus territorios, reduciendo así el riesgo de contagio, ante la falta de acciones de sus gobiernos.
Desde Taller de Solidaridad llevamos varios años promoviendo la soberanía alimentaria en diferentes países como R.D. del Congo, Guatemala o Perú, apostando por una agricultura agroecológica local y sostenible que sea sustento y alimentación para las familias y les permita tener ingresos, a través de la venta de sus excedentes productivos. Durante los últimos 3 años hemos desarrollado 5 proyectos de este tipo en el que han participado 2254 personas, de ellas 1416 mujeres. Queremos aprovechar este día para reconocer la labor que llevan a cabo nuestros socios locales Queremos aprovechar este día para reconocer la labor que llevan a cabo nuestros socios locales: la comunidad de Siervas de San José de la República Democrática del Congo, SAIPE de Perú y Sagrada Tierra y Cedepem de Guatemala, que día a día se reinventan para poder seguir acompañando a los pequeños agricultores y agricultoras.
Desde aquí queremos mostrar nuestro compromiso de seguir apostando por la soberanía alimentaria como base para un desarrollo sostenible, resiliente y respetuoso con el medioambiente.