La experiencia más dura y extraordinaria de mi vida

Después de dos intentos en los últimos años, esta vez tenía que ser la definitiva. Agradezco esta oportunidad a la vida y a mí también… ¡Menos mal que me subí a ese primer avión!, aunque estaba aterrada, ¡era la primera vez que viajaba fuera del continente!

Sonrío cuándo veo que lo conseguí, es un capítulo cerrado de mi vida.

El voluntariado internacional es una experiencia transformadora en todos los sentidos. Sabes que vas a volver diferente, pero no sabes cómo, ni cuánto. El mes pasó, como la vida pasa… Lo más duro e increíble que he vivido. Un mundo de estímulos nuevos todo el tiempo. Abrumante, agotador y maravilloso. Pensaba que había visto cosas duras por mi profesión de educadora social, que era suficientemente empática, sensible, que vivía bastante humilde y anticapitalista, que estaba preparada, pero no.

Ha habido situaciones duras, de frustración e impotencia. Y de llorar también. Cuando estás tan lejos de casa durante tanto tiempo todo se magnifica. Momentos de soledad muy necesaria. Sentirme observada, diferente, de replantearme los privilegios que tengo por nacer dónde nací. De valorar el agua, no pasar frío y poder comer caliente todos los días. Vivirlo, con mis propios ojos, ha sacudido lo que soy y… hay una parte de mí que quedó allí y otra que ha cambiado.

Es un pueblo que va a un ritmo más lento que el nuestro, sin estrés. Lleno de niños y niñas jugando en la calle y de gente con sus puestos en cada esquina, luchadora, que se rebela contra aquello que no considera justo (como la situación de falta de combustible que vivimos). La perseverancia en su estado máximo, día a día. Supervivencia es el principal objetivo junto con el de mejorar y cambiar poco a poco su vida.

La pobreza tiene rostro de niño, de niña y de mujer; más que en ningún otro lado que he visto.

Pero lo de estas mujeres… ¡vaya capacidad de superación, de no rendirse! Es algo que me asombra y emociona. Mujeres con sus sombreros, blusas y polleras que hacen red. Como comparten y dan lo que tienen, como cooperan y hacen alianzas. Algunas se convierten en confidentes y amigas. Visitando algunos emprendimientos era sobrecogedor verlas felices y realizadas. Las conversaciones sobre cosas del día a día son alguna de las cosas que me han transformado. Interesarnos por la vida personal y familiar de la persona que tenemos enfrente, por su cultura, país, hablar sobre las realidades de ambos países, Bolivia y España, romper estereotipos e ideales.

En los proyectos solo hemos sentido agradecimiento hacia nosotras y el apoyo que damos como ONG desde España, tanto por parte de las mujeres como de todas las personas de los proyectos. Esto fue algo que me costó encajar. En realidad, el agradecimiento es mío, nuestro; por todo lo que luchan y crecen día a día. El compromiso de todas las personas que trabajan en los proyectos y el tesón de las mujeres que participan en ellos y que luchan contracorriente por lo que pueden soñar y llegar a ser.

Lo diferente de hacer voluntariado con Taller de Solidaridad es el cambio real que produce en las personas más vulnerables de dónde se encuentran los proyectos. Un trabajo incansable por parte de las Siervas de San José de Ushpa Uspha y Kami, que desde su vida sencilla de ejemplo y dedicación van sembrando semillas de esperanza y cambio. Y de las profesoras, mujeres de la propia tierra, la mayoría quechuahablantes, son parte principal del proyecto. Es un pilar fundamental. Un valor incalculable el de estas referentes, mujeres como ellas que son ejemplo de un futuro posible.

Es momento de procesar, agradecer e integrar todo.

A mi compañera voluntaria y a las hermanas, que me han hecho sentir como en casa, mis abuelitas bolivianas…, respetando mis momentos de querer estar en soledad, en una rutina diaria de la que me sentí parte, llena de risas, de momentos en comunidad. A las profesoras, por ser ejemplo de lo que debo ser como persona y profesional, a las mujeres y sus hijos e hijas por su humildad, alegría, cercanía, tenacidad y valentía, ejemplo para mi día a día. A todas las personas con las que me he cruzado, hablado y compartido momentos y que me han aportado tanto.

Y de la experiencia de lo que fue y de lo que no, de lo bueno y lo no tan bueno; fui yo en cada instante, lo que di y lo que no pude dar. De abrazarme por conseguir ser y estar (algo por lo que se define este voluntariado, no venir solo a hacer y producir) y por la valentía de haber transitado cada momento como he podido y sabido, por haber llegado hasta aquí.

Las dimensiones de la experiencia aún no las sé…Una parte de este lugar queda en mí, y algo se muere en el alma de unas despedidas que suena que son para siempre. No sé si dejo algo y cuánto, pero sí sé lo que me llevo yo para mí y para gritarle al mundo: esperanza, superación, cercanía, risas, acogimiento, abrazos, sonrisas, sencillez, alegría, fiesta, bailes, la cancha, los trufis, la comida, los cerros, las palabras en quechua.

Cuando cierro los ojos aún siento la paz que transmitía ese lugar, el sol, el polvo en la cara y el calor seco, escucho a los perros ladrar por las noches, el tráfico de la ciudad, paseo en trufis, saboreo todos los productos típicos que he probado y veo las montañas y las caras de algunas de las mujeres, de los niños y niñas que he conocido.

Intento grabar todo en mi interior. Esta experiencia me acompañará para siempre.

Erea Dasilva, voluntaria internacional

Agosto 2024. Uspha Uspha, Cochabamba, Bolivia

2 comentarios en “La experiencia más dura y extraordinaria de mi vida”

  1. Bravo Eres ,me encanto leer tus escritos ,ver cómo poco a poco ,sentiste ser un granito de esos magníficos proyectos ,comprobando por tu misma lo necesarios apoyos que desde España mediante taller de solidaridad que siempre está ahí
    Me alegro que la experiencia fuera positiva
    ahora a procesar todo lo vivido ,y volverse a adaptar a otra manera de vivir

  2. Me ha emocionado tu testimonio vivencia, hondo, sincero… Gracias. Espero verte en Octubre, y en directo, escucharte y alegrarme contigo. Hasta pronto. GRACIAS

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