“Queremos contribuir a una sociedad donde todos seamos mejores ciudadanos y personas. En el caso específico de la protección de la mujer, debemos enfocarnos en la equidad, la justicia, la ciudadanía y las relaciones saludables”
María Liliana Escobedo, Sierva de San José y responsable en Urcos (Perú) del Centro de Educación Técnico Productivo de San José (CETPRO), nos acercó a la realidad que vive la sociedad en la zona y las amenazas con las que conviven. En esta ocasión, nos comparte el trabajo que realizan desde la formación para cambiar esta situación. Ella lidera un proceso que ha transformado una formación modular, inicialmente sin planes de estudio formales, en un programa anual de educación para el trabajo.
Este programa, a través de dos períodos académicos, permite a mujeres y jóvenes obtener una certificación y un título oficial. Además, incorpora herramientas para reducir la brecha digital y mejorar las oportunidades de empleo, promoviendo condiciones laborales justas y dignas, el acceso a un seguro y un sueldo mínimo, así como el fortalecimiento de la capacidad de emprender para alcanzar una mejor calidad de vida.
En el CETPRO, los docentes se comprometen no solo a brindar formación técnica, sino también a inculcar valores y fomentar enfoques inclusivos. Un aspecto fundamental para Liliana y las Siervas de San José en Urcos es trabajar con perspectiva de género en un contexto donde la discriminación y la exclusión son desafíos persistentes.
¿Qué papel juega el CETPRO en la comunidad de Urcos y otras localidades cercanas?
El CETPRO celebra 12 años de compromiso ininterrumpido con la educación técnica, ofreciendo una formación que combina un 30 % de teoría y un 70 % de práctica. Desde sus inicios, ha brindado oportunidades significativas para jóvenes y adultos, especialmente aquellos provenientes de zonas empobrecidas. Durante la pandemia, se reforzaron habilidades relacionadas con el emprendimiento, permitiendo a los estudiantes adaptarse a nuevos desafíos y continuar aprendiendo.
Este enfoque busca no solo preparar para el empleo, sino también fomentar el desarrollo de productos con valor añadido, que combinan creatividad y la riqueza de la cultura andina, promoviendo la sostenibilidad y el respeto por la identidad local.
Ubicado a solo una hora de Cusco, el CETPRO ofrece a sus estudiantes la posibilidad de acceder a empleos en la ciudad o de emprender en sus propias localidades en condiciones saludables y dignas. Uno de sus mayores logros es garantizar que las mujeres culminen sus estudios, proporcionándoles una formación integral que valore su cultura y las prepare para un futuro mejor.
El CETPRO es un compromiso con la educación técnica de calidad porque transforma vidas en Urcos y comunidades cercanas. Taller de Solidaridad es parte fundamental de este compromiso.
¿Podrías compartir algún testimonio de participantes que hayan mejorado su situación gracias al CETPRO?
Claro, puedo compartir dos ejemplos significativos, uno de una persona adulta y otro de una joven. Son historias que inspiran.
Paulina, una mujer adulta, pasó de ser vendedora ambulante de helados a emprendedora exitosa. Gracias a lo aprendido en el CETPRO, produce empanadas y pasteles que son muy solicitados para eventos. Además, busca constantemente capacitarse en talleres de Cusco para mejorar la calidad y originalidad de sus productos.
Jessica, una joven de Andahuaylas, superó sus miedos y ahora combina su empleo en una repostería de Cusco con estudios superiores. Sueña con estudiar Administración en Hostelería en la universidad, inspirando a sus hermanas menores con su ejemplo de autosuficiencia y perseverancia.
Ambos casos reflejan cómo el CETPRO transforma vidas, no solo mediante habilidades técnicas, sino también con confianza y visión de futuro.
¿Cómo es la colaboración entre el CETPRO y el gobierno local? ¿Y con entidades sociales cercanas?
El CETPRO recibe certificados y títulos oficiales del Ministerio de Educación, pero enfrenta desafíos para lograr apoyo a nivel local y regional. Actualmente, se trabaja en una red nacional de CETPROS para gestionar presupuestos que permitan mejorar infraestructuras, adquirir maquinaria y contratar más docentes. Sin embargo, muchos de estos esfuerzos quedan en papeles y no se concretan.
Lo que tenemos en maquinaria es gracias a Taller de Solidaridad. Los docentes que tenemos son pocos; tener solo dos personas es casi risible y, a veces, desesperanzador. Persisten barreras como la autorización de nuevas especialidades, lo que limita el crecimiento y las oportunidades para los estudiantes.
¿Qué desafíos futuros tiene el proyecto y cómo planean enfrentarlos?
Uno de los principales desafíos es mejorar las condiciones estructurales del CETPRO para garantizar espacios adecuados y acceso a Internet. Además, es necesario ampliar la oferta formativa e incorporar especialidades como peluquería y gastronomía, áreas de alta demanda.
Sin embargo, el desafío más grande que enfrentamos es garantizar que las mujeres —ya sean jóvenes, adultas o adolescentes— puedan culminar sus estudios. Muchas abandonan el camino debido a barreras profundamente arraigadas, como el machismo, que limita sus posibilidades. A menudo, enfrentan presiones económicas, responsabilidades como madres o cuidadoras, y comentarios desalentadores que les restan valor a su educación, argumentando que su lugar está en el hogar y que no necesitan estudiar.
Resulta muy difícil que la población cambie en la perspectiva de género, a veces nos parece imposible. De ahí, que, nuestro compromiso es mantener como prioridad la equidad de género, asegurando que más mujeres culminen sus estudios y enfrentando barreras culturales y económicas, como el machismo que nos reduce a cuidadoras del hogar.
Un mensaje de esperanza
En Urcos y Cusco, las familias luchan cada día por un futuro mejor para las nuevas generaciones. Nuestro compromiso como Siervas de San José es fortalecer ese espíritu solidario y emprendedor, promoviendo una educación técnica que eleve la calidad de vida de toda la comunidad, en especial la de mujeres y jóvenes.
Hay una gran riqueza en nuestra región. Aquí, en Urcos y en Cusco, la relación con la vida, la naturaleza y las personas está impregnada de cariño y esfuerzo por salir adelante. Las familias quieren que las nuevas generaciones logren más de lo que ellos han conseguido, que tengan mejores oportunidades. No se conforman; hacen lo imposible para que la juventud pueda aspirar a un futuro diferente, mejor.
Ese espíritu solidario y emprendedor, esas ganas de avanzar, son nuestra esperanza. Creemos que, con proyectos como este, no solo podemos mejorar las oportunidades para las mujeres y jóvenes, sino también contribuir a una transformación que eleve la calidad de vida de toda la comunidad.
En este proyecto, no solo tejemos sueños; también construimos realidades. Sabemos que no es un camino fácil, pero creemos firmemente que la confianza mutua y el respeto compartido son claves para avanzar. La educación técnica y humana puede transformar vidas, abrir puertas y empoderar a quienes más lo necesitan.
Porque, en medio de las dificultades, cada acto de esperanza y compromiso es una semilla de cambio que florece en el corazón de las personas y sus comunidades

