La pobreza, el machismo y la trata, grandes peligros de la sociedad andina

“El machismo está tan arraigado que las niñas no tienen las mismas oportunidades que los varones, ya sea en la escuela, el trabajo o incluso en sus propios hogares 

María Liliana Escobedo, Sierva de San José, es la responsable en Urcos (Perú) del Centro de Educación Técnico Productivo de San José (CETPRO) y una gran conocedora de los problemas que lastran y afectan a la sociedad peruana, concretamente al pueblo andino.

¿Cuál es la realidad de las mujeres y la juventud de Urcos y sus alrededores y sus principales problemas? 

En Urcos y sus alrededores, las mujeres y la juventud enfrentan una realidad dura, marcada por el machismo, la pobreza y la falta de oportunidades. Aquí, las niñas, jóvenes y adolescentes crecen en un entorno que no siempre les ofrece el apoyo necesario para soñar ni para construir un futuro diferente. Muchas de ellas deben conformarse con trabajos informales o mal remunerados, mientras ven cómo sus posibilidades de acceder a una educación de calidad o a servicios básicos de salud se desvanecen entre las carencias

El machismo está tan arraigado que las niñas no tienen las mismas oportunidades que los varones, ya sea en la escuela, el trabajo o incluso en sus propios hogares. A esto se suma el alcoholismo, que no solo afecta a los adultos, sino también a menores de edad, convirtiéndose en algo casi “normal” para muchos. Los niños y adolescentes, en muchos casos, quedan al cuidado de nadie, porque los adultos migran buscando empleo. Crecen solos, lidiando con un sentimiento de abandono que los lleva a aceptar cualquier cosa que les ofrezca un poco de cariño, aunque implique riesgos enormes.

¿Podrías darnos un panorama sobre la situación de la trata de personas en Urcos y alrededores? 

La trata de personas es una herida abierta. Urcos, con su ubicación estratégica cerca de zonas mineras, se ha convertido en un lugar de paso para redes que engañan a menores con promesas de trabajo y dinero fácil. La realidad es otra: explotación sexual de niños y niñas desde edades tan tempranas como los ocho años. Los métodos de captación son cada vez más sofisticados, y la corrupción dificulta las denuncias, dejando a muchas familias en la desesperanza.

Nosotras hemos asumido el proyecto de prevención de la trata, sabiendo que no es tarea fácil. La mafia de la trata tiene muchos tentáculos. Como decía, Urcos es un punto clave de paso y captación para la explotación sexual, especialmente de menores y mujeres que son llevadas a zonas mineras de la selva. La minería informal, apoyada por el gobierno actual, ha promovido el aumento del negocio de la trata, la prostitución, los homicidios y la explotación. El lado más cruel lo sufren las mujeres. Los tratantes emplean tácticas diversas y sofisticadas, aprovechando la vulnerabilidad económica y social.

¿Cuáles son los principales desafíos de la zona en cuanto a educación?

En el ámbito educativo, la falta de recursos también pesa. Este año, por ejemplo, no hubo acceso a Internet en las escuelas porque el gobierno no cumplió con los pagos. Los estudiantes y sus familias deben asumir ese costo adicional, si es que pueden. Pero más que tecnología, lo que muchos jóvenes necesitan es alguien que crea en ellos, que les ayude a reconocer su valor y sus capacidades. Hay mucha frustración en los estudiantes. También puedo detectar el hambre que pasa un gran número de la población estudiantil y la vergüenza de admitir que no tienen qué comer. Es una situación difícil para nosotras, que optamos por estar entre el mundo del trabajo.

Hay desafíos notorios: la falta de acceso a Internet, que afecta la calidad educativa y refleja la gran brecha digital. Existe una enorme exclusión de estos grandes ámbitos del progreso del país. Muchos consideran que estas personas son «inservibles» y retrasan al país; eso lo dicen quienes no han sido capaces de reconocer los derechos humanos del Perú profundo. La pobreza es otro enorme desafío, al que se suma la violencia familiar.

¿Cómo te sientes acompañando a las personas que viven esta situación?

En medio de esta realidad tan desafiante, acompañar a las personas se siente como una ráfaga de esperanza. En el CETPRO, cada taller, cada clase, es un pequeño acto de resistencia contra la adversidad. Allí se cultivan más que habilidades técnicas: se siembran valores, sueños y confianza. Es emocionante ver cómo jóvenes quechua hablantes, muchas veces tímidos y llenos de dudas, descubren lo que son capaces de lograr. Sus manos moldean pan y costura, pero también un futuro lleno de posibilidades.

El camino no es fácil. Muchas de estas jóvenes, que vienen de comunidades campesinas indígenas alejadas, alquilan cuartos en Urcos porque no pueden regresar a casa tras las clases, y enfrentan situaciones de vulnerabilidad. Por eso, además de ofrecerles formación técnica, el acompañamiento emocional es fundamental: escucharlas, valorarlas y mostrarles que son dignas de respeto y de un mejor porvenir.

Gracias al apoyo de instituciones solidarias, como Taller de Solidaridad o Integral Solidario, entre otras, hemos podido contar con buenos recursos para fortalecer la formación técnica, como equipos modernos para panadería y costura, así como mejoras en el edificio. Esto no solo transforma vidas, sino que lleva un mensaje a toda la comunidad: aquí, en medio de tantas dificultades, aún hay espacio para el cambio, la dignidad y la esperanza.