Las caras de Nieva
En la anterior entrada, hablé sobre nuestro trabajo en Santa María de Nieva, y en esta, me gustaría profundizar sobre la gente que he tenido la suerte de encontrar en nuestro camino allí. Intentaré ser breve, pero me gustaría que conocieses una parte de ellos y ellas.
Mis compis
Evidentemente, ellos son y forman parte de esta experiencia. Compartir momentos, desahogarnos y reír, vivir situaciones por primera vez juntos… hacen que se creen unos lazos difíciles de conseguir en otra situación. Begoña, Sergio y Josefina son voluntarios de Taller de Solidaridad, e Itsaso, voluntaria de otra organización, que viene de Vitoria; pero, ante todo, son compañeros de descubrimientos, sentimientos y sensaciones. Gracias a ellos, he podido disfrutar del tiempo en Nieva como lo he hecho. Son personas que creen en los derechos, pero también en los deberes de una sociedad cada vez más desestructurada. Es una satisfacción saber que hay gente que piensa como tú, y que no se conforma con ver las cosas desde la comodidad de su rutina diaria, si no que la rompe, para conocer y vivir otra realidad, tan distinta a la nuestra.
María Jesús
Para Josefina y para mí, un referente en Nieva. Estando el primer día que llegamos, disfrutando del atardecer en la puerta de casa, vino una mujer dicharachera que enseguida se presentó. Nos contó que ella era de España, pero llevaba más de media vida en la selva peruana, habiendo vivido en distintos puntos de ella, llegando incluso a permanecer en una comunidad Awajún durante nueve años. Instalada ya en Santa María de Nieva hace un tiempo, y trabajando como maestra en un colegio de Educación Primaria, conoce esta localidad y a sus gentes como la palma de su mano. Por eso, durante nuestra estancia allí se convirtió en nuestra “hada madrina”, nuestra guía particular. Además de prestarnos su gatito para lidiar con nuestra no deseada inquilina, nos llevó a conocer los barrios de Nieva: Paraíso (un barrio de invasión, donde de la noche a la mañana, un grupo de personas “limpian” una zona de selva cerca de la ciudad y se reparten el territorio), Vistalegre (quizá por las bonitas vistas que desde allí se tienen de los ríos Nieva y Marañón, poblado con casas de familias Awajún dispersas en toda su extensión)…, Nos ha aconsejado, enseñado cómo es la vida en esta zona de la selva, contado muchas anécdotas, y, sobre todo, nos ha ayudado en cualquier adversidad que se nos presentara. Gracias a ella, nuestra estancia en Nieva nos ha hecho conocer, en muchos aspectos, esta cultura que tanto nos fascina.
María Paola
En una de estas incursiones que hacíamos en los barrios, María Jesús nos llevó a conocer a una familia Awajún con la que ella tenía mucha relación. Tras ponernos en marcha, esquivando los charcos del camino y atravesando veredas llenas de vegetación, llegamos a un claro donde había una pequeña choza y un pequeño techado para protegerse de los rayos del sol. Desde allí se divisaba la grandeza del río, enmarcado por diferentes tonalidades de verde, otorgándole al paisaje una calidez y belleza difícil de encontrar en nuestro día a día. Allí se encontraban tres pequeños que, tímidamente, nos dijeron su nombre: Maria Paola, Jean y Jocelyn. Enseguida Esmila, su mamá, salió de la casa al oír a sus pequeños hablar con alguien, ya que no era un lugar muy concurrido. Nos sentamos bajo el techado, mientras compartíamos una piña que ella nos ofreció, conversamos y Maria Paola, la niña mayor, ayudaba a su mamá cuando ésta no encontraba las palabras con las que expresarse en castellano. Josefina, María Jesús y Esmila fueron a ver la quebrada de donde conseguían agua, y la pequeña chakra, de donde obtenían el alimento. Yo, me quedé jugando con los niños y disfruté cada momento con ellos, sobre todo, me fascinó Maria Paola, una niña con una sonrisa perenne en su cara y con una carcajada contagiosa, espabilada, trabajadora, y cargando con su hermanita pequeña siempre que fuese necesario (Esmila está embarazada de ocho meses, y escribiendo estas palabras, seguramente su pequeño o pequeña ya haya nacido). Empezó a estudiar hace poquito, con una doble identidad, puesto que con el primer registro de nombre no pudo acceder a la escuela, así que tuvo que inscribirse con otro nombre, para acceder a una educación, a la que se supone que todos tenemos derecho. A pesar de ello, Maria Paola se esfuerza y, poco a poco, va consiguiendo unos mínimos que le permitan adquirir una formación para encontrar un mejor futuro.
Coincidimos en otras tres o cuatro ocasiones, esta vez en casa de María Jesús, donde van a menudo, ya que la soledad de su terreno les hace bajar a menudo al pueblo, suponiendo un gran esfuerzo, por el estado de la madre y de las veredas. Oír su voz cantando mi nombre cada vez que nos veían, me llenaba de alegría, me encantaba compartir momentos con ella, porque ha sido una de las personitas que más me ha tocado el corazón en esta experiencia, por su carácter, su fuerza, su humildad, su voluntad, y, por sus ganas de aprender.
Rey
Reyner es un chico con el que, desde el primer momento, conectamos y nos ofreció una de las experiencias de las que me llevo más grato recuerdo. Rey, como lo llaman su familia y amigos, estudia en Lima y llevaba siete años sin volver a su tierra. Este verano, durante las vacaciones de la Universidad, decidió trabajar en la gerencia del lugar que le vio crecer, y desde la ventana de su oficina, veía cada día pasar a Begoña y Sergio. Un día se encontró en la puerta de nuestra casa con este último y, se presentó, y, compartiendo tardes de conversaciones en casa, fuimos cogiendo confianza con él. Es un chico atento, amable, y con las ideas claras, su meta es volar alto sin dejar atrás sus raíces Awajún.
Un jueves, nos invitó a pasar el día en la chackra de su familia, así que pronto por la mañana, compartimos una canoa con su hermano y su sobrina para surcar el río Marañón rumbo allí. Cuando llegamos, estaba toda su familia esperándonos: sus padres, su hermana y cuñado, sus tres sobrinas y su tío, que estaba de visita. Nos presentamos y allí mismo, su padre nos dio a probar caña de azúcar recién cortada. Nos pareció deliciosa, pero era sólo el principio de una cata de sabores de frutas desconocidas para nosotros, según íbamos internándonos en la chakra (muy distinta a la huerta que nos da el alimento a nosotros, por lo salvaje, extensa y variopinta que es). Probamos el sachamango, la esencia de yarina, la cocona, el interior del tronco de la palmera…. Fue para nosotros una aventura, con tarántula incluida, que quedará para siempre grabada en nuestra retina, por la belleza de su naturaleza y por la amabilidad de su familia. Tras el paseo, descansamos en un techado que tienen allí sus padres, donde se quedan a veces a dormir, hasta siete personas. Compartimos el almuerzo que llevábamos nosotros y, la yuca que había preparado su madre para todos. Fue un rato muy agradable, puesto que la conversación iba guiada por la curiosidad sobre ambas culturas, la sorpresa al escuchar algunas anécdotas y las risas compartidas. Tras almorzar, fuimos a darnos un chapuzón al río Marañón, que nos alivió del intenso calor que nos había acompañado toda la mañana, pero no nos dejaba relajarnos, debido a la fuerte corriente que te arrastraba si te alejabas mucho de la orilla. Fue un día redondo, donde nos encontramos con una familia sencilla, acogedora, y, sobre todo, generosa porque, aunque son muy humildes, nos ofrecieron todo lo que tenían, incluso regalándonos plátanos, cacao, mango… para que lleváramos de vuelta a casa. Cuando te encuentras a gente como Rey y su familia, te das cuenta de la calidez y buen hacer de algunas personas que, sin conocerte apenas de nada, te abren sus brazos para ofrecerte lo mejor de ellos.
Los chicos de la radio
Rosita y Henry, encargados de la emisora Kampagkis, de la que hablé en la anterior entrada, nos ofrecieron su ayuda desde el momento que llegamos. Hemos trabajado, codo con codo, con ellos, y, pese a nuestra inexperiencia en materia de radio, nos dieron un voto de confianza; haciendo que nuestras incursiones en este mundo fueran un reto, que superábamos cada vez con más ganas y “profesionalidad”. No sólo nos ayudaron en nuestra labor, sino que también hemos compartido momentos de risas y distensión, mientras comíamos, cenábamos, paseábamos, o cruzábamos el río en el llevo-llevo. Destacar sobre todo la dulzura y cariño de Rosita, y, el don de palabra y de gentes de Henry. Espero que nos volvamos a encontrar pronto, ya sea en la selva de nuevo, o en nuestra querida Piura, la tierra natal de ambos.
Milton
De él no tengo ninguna foto, pero nunca me olvidaré de su cara, por todo lo que nos transmitió aquella mañana. Nuestro primer lunes allí, fuimos temprano a SAIPE, donde nos encontramos con Rosita y Milton, coordinador de uno de los actuales proyectos de la organización. Cruzamos el río para ir a la radio, y, en una sala que tienen en la entrada, nos sentamos puesto que nos íbamos a reunir con Rosita y Henry para hablar sobre nuestras labores en la radio. Mientras esperábamos, yo observaba un cuadro de cultura Awajún colgado en la pared. Pregunté su significado, y Milton empezó a explicarnos y a desarrollar una clase magistral sobre su cultura, que nos dejó fascinadas: habló sobre sus dioses, de la toma de ayahuasca y toé, de la unión que tiene su pueblo con la naturaleza… de todo esto hablaré en una entrada que dedicaré exclusivamente a la vida de estas comunidades indígenas de la selva peruana. Nos sobrecogió su fuerza y sus ganas de luchar por su identidad como Awajún y la de su pueblo, por sus derechos y por su historia.
Darwin
De nombre y semblante imponentes, este joven, representa la fuerza de una juventud Awajún que quiere salir adelante y formarse, a pesar de las pocas posibilidades que tienen. Él forma parte de un grupo de voluntarios que colabora en la radio, junto a otros jóvenes como Sekut, Melkin… como también comenté en la anterior entrada. Darwin es un chico enérgico, meloso, simpático y alegre. Le gusta conversar, conocer, superarse y, sobre todo, soñar. Soñar que pone su propio restaurante y cocina los platos típicos de su tierra, una tierra que a veces le pone trabas a sus deseos. Pero con su determinación y su actitud, nadie ni nada le va a parar los pies.
Carlos Diharce
Uno de los lugares a los que María Jesús nos llevó fue a “Tunans” (Tierra de cascadas), lugar donde habita hace años una de las personas más interesantes que he tenido el placer de conocer. Carlos Diharce, sacerdote jesuita de origen cubano, ha sido promotor del SAIPE, Servicio Agropecuario para la Investigación y Promoción Económica, por petición de Santiago Manuín, del que os hablaré a continuación.
Vive en su paraíso particular, rodeado de plantas y animales, su mercado y farmacia, como él llama a la selva. Es un lugar de retiro, de sanación, de encuentro, allí hay plantas que curan el cuerpo y el alma, y cascadas donde se hacen ayunos y ritos awajún. Hablar con él te hace querer conocer más sobre las propiedades de las plantas, entender la conexión con la naturaleza como él lo hace… El día que visitamos Tunans, apenas tuvimos tiempo de hablar con él, puesto que había una asamblea allí, pudimos comer con todos los participantes, y al irnos, concretamos vernos para un café el siguiente domingo.
Cumpliendo su promesa, Carlos vino a nuestra casa y conversamos sobre varios temas, nos dio su opinión como religioso, nos habló de su experiencia personal con la ayahuasca y las medicinas tradicionales, también nos explicó cómo el cree en la cosmovisión indígena donde no se separa lo espiritual de lo material. Nos habló de su gran amigo Santiago, y cómo han logrado fusionar sus culturas para un mejor entendimiento del mundo y la sociedad. Es una persona abierta, en continuo aprendizaje y constante enseñanza.
Aquí os dejo una entrevista que le hicieron para que lo conozcáis un poco mejor:
Santiago Manuín Valero
Santiago, el gran líder Awajún, gran defensor de la naturaleza de la selva amazónica y del desarrollo de las comunidades indígenas que la pueblan. Conocerle ha sido increíble, en el sentido de estar en su casa, escuchándolo y no creérmelo; después de haber oído hablar tanto de él. Si buscáis su nombre en internet, salen muchas páginas con su historia, por lo tanto, no me extenderé en este aspecto. Es muy interesante su participación como líder en “El Bagüazo”, este documental es tan interesante como esclarecedor, os recomiendo que lo veáis, aporta mucha luz e información sobre un tema que aún duele mucho por estos lares.
Me emocionó su lucha por los derechos de su pueblo, me sorprendió su formación y su pasión por la lectura, me encandiló su serenidad a la hora de hablar, me fascinó su conocimiento sobre el territorio Awajún, los apus que lo dirigen y las comunidades que allí viven. Es una persona tan sencilla como brillante, una persona que te hace querer quedarte y no dejar de escuchar.
Son personas valientes, comprometidas, determinadas, y lo más valioso es que ponen el alma y corazón en cada paso que dan.
Diana Crespo
Nieva-Perú
2017
Gracias, Diana, por todo lo que nos compartes sobre tu experiencia en Nieva. Para las Siervas de San José es un estímulo el ver como impacta esta realidad en las personas que comparten en la misión unos días y nos anima a mantener las puertas de la misión abiertas, y también las del corazón, para que más voluntarios compartan su vida con las y los que hemos optado por la misión en el vicariato apostólico San Francisco Javier del Marañón.