Llevo las maletas llenas de incertidumbre, pero también repletas de ilusión. Junto a mis otras dos compañeras voluntarias: Cris Bamio y Mer Terra, nos embarcamos en un largo viaje que da paso a un recibimiento repleto de amor y alegría. Luz Marina y Paola nos esperan en el aeropuerto, y ya desde el primer momento nos transmiten su cercanía y cariño, al igual que las hermanas.
La ciudad
Los primeros días son de aclimatación. Antes de salir por el barrio, para conocer a sus gentes, nos dan algunas recomendaciones para nuestra propia seguridad, pero con la confianza que transmiten esas personas que están ahí para ti y por ti, para velar por tu bienestar.

Al salir a la calle tengo la sensación de haber retrocedido en el tiempo. Hay gente por todas partes vendiendo en las calles, no encuentras aceras, ni carreteras asfaltadas. No veo ningún stop ni cedas al paso, el ruido y el tráfico son ensordecedores. Pero la música se entremezcla con ese ajetreo de la ciudad y la amabilidad se palpa en el ambiente. Al llegar al metro, su silencio me impresiona. Dicen que es por respeto.
El centro está repleto de locales abiertos con música a gran volumen. Mientras nos tomamos un tinto (café) no puedo dejar de sorprenderme por la cantidad de personas que vagan por las calles con problemas de drogadicción y el gran número de mujeres que se prostituyen desde primera hora de la mañana.
Pero Medellín es una ciudad de contrastes, y sin darte cuenta, pasas del ruido a la tranquilidad de su espectacular Jardín Botánico, donde compartimos una comida típica para empezar a conocernos mejor.
La Institución y su equipo
Si la ciudad encandila, sus gentes te enamoran. Conocer al equipo humano, a los profesionales que trabajan en la Institución Técnica San José Obrero fue algo muy especial. Nos acogieron con gran cariño y nos enseñaron todo lo que hacen. Empezamos a poner en común nuestros trabajos a través de vídeos y charlas sobre nuestros emprendimientos con el alumnado.

Como resultado de los lazos que fuimos tejiendo entre todas, en mi cabeza enseguida se establece una conexión entre la labor que este gran equipo realiza con las personas en situación de vulnerabilidad en Medellín y el trabajo social que también desarrollamos en la cooperativa Mulleres Colleiteiras, en la que trabajo en A Coruña. Así que planteo realizar un vídeo para mostrar esta realidad en España a través de mis charlas.
Aquí hay un gran equipo, estupendos profesionales cargados de honestidad y buen hacer, y las voluntarias podemos aportar nuestros conocimientos. Pero lo más importante es que este proyecto surge del amor recibido y el intercambio de perspectivas, las conversaciones del día a día, de la acogida, de la compañía y de la labor de las siervas, fundamentales en todo esto.
Poco a poco la idea va tomando forma, comienzan las grabaciones para el vídeo, con Paola al mando (directora de la Institución), y aunque sabes lo que estás haciendo, no puedes evitar que se te desgarre el alma cuando escuchas las historias de las alumnas, aunque también te cuentan sus metas, sus sueños, cómo esto les está cambiando la vida. Es impresionante ver como sin tener nada, te lo dan todo. Mujeres emprendedoras que reciben con alegría y esperanza cualquier cosa que se les pueda aportar.
El regreso
Ya no nos queda nada para volver, apenas dos días y siento que no me quiero ir, que no quiero dejar a estas personas maravillosas. No sabéis el bien que me habéis hecho desde Taller de Solidaridad al permitirme vivir esta experiencia. Y qué decir de la Institución y las Siervas de San José. Me resbalan las lágrimas mientras escribo estas líneas. Creo que nunca serán conscientes del amor y la ayuda personal que recibí en estos quince días. ¡Ojalá pueda aprovechar en mi trabajo todo lo vivido aquí, aunque sé que será difícil!

Quiero agradecer a todo el equipo de TDS esta gran oportunidad, que ya se queda grabada en mi corazón para siempre. Ahora, me llevo una misión: volver con una mochila llena de esperanza y difundir esta gran labor.
Nada en mi vida será igual. Espero poder volver algún día. Los tiempos de Dios son perfectos. Yo cumpliré mi misión.
Sofía Vázquez, voluntaria internacional
Julio 2024. Medellín, Colombia
