“Nunca se rindan”: Gladys Arrobo, la primera mujer awajún que dirige SAIPE

A los 30 años, Gladys Arrobo Gómez se ha convertido en la primera mujer awajún en dirigir el Servicio Agropecuario para la Investigación y Promoción Económica (SAIPE), socio local de Taller de Solidaridad en la Amazonía peruana desde 2008. Su historia es la de una joven que creció entre chacras y ríos, enfrentó la discriminación por sus raíces indígenas y hoy es referente para las mujeres de su territorio. En el Día Internacional de la Mujer Indígena, conversamos con ella sobre liderazgo, identidad cultural y el aporte de las mujeres indígenas al desarrollo sostenible. 

Infancia, raíces y valores

Gladys creció en una comunidad awajún, rodeada de chacras, ríos y relatos junto al fuego. “Mi infancia la viví en la chacra, rodeada de la naturaleza. Crecí cazando animales junto a los perros de mis abuelos y pescando en las quebradas y ríos. Allí nunca faltaba alimento, porque el bosque y las siembras nos ofrecían abundancia de frutas y otros productos”, recuerda.

Mis raíces son una combinación”, explica. Su madre, proveniente de Cajamarca, nació y estudió en una comunidad awajún, mientras que su padre, aunque sus apellidos no lo reflejen, también es awajún por herencia de sus bisabuelas.

Crecer como mujer awajún en comunidades alejadas de la capital significó aprender valores profundos que la acompañan hasta hoy: el respeto y el cuidado hacia los demás y hacia la naturaleza, la solidaridad, el trabajo en equipo y el aprendizaje compartido. 

De sus padres y abuelos aprendió a valorar su cultura y a vivir en armonía con la naturaleza. Aunque algunos cuestionan su identidad por no tener apellidos indígenas o no hablar con total fluidez el idioma, ella lo tiene claro: “Siempre he tenido claro que mi identidad es Awajún y así me reconozco”.

Educación

Salir de su comunidad para estudiar en Chiclayo fue un reto. La brecha académica era evidente y, además, sufrió discriminación. “Algunos repetían que no aprobaba porque venía de provincia, más aún de la selva”, recuerda. 

Durante el Baguazo —el conflicto socioambiental ocurrido en junio de 2009 en Bagua, Amazonas, donde un enfrentamiento entre comunidades indígenas y fuerzas del orden dejó más de 30 personas fallecidas— escuchó cómo a los awajún y wampis los llamaban “indígenas salvajes” que querían apropiarse de la Amazonía peruana. “Esa era la versión que difundían el Estado y los medios de comunicación, ocultando la verdadera vulneración de derechos que había sufrido nuestro pueblo. Yo lo sabía bien, porque mis padres y familiares estuvieron presentes en ese enfrentamiento. Sentía mucha rabia porque conocía la verdad”, confiesa. 

En Lima encontró un ambiente diferente: diversidad cultural, respeto y curiosidad. “A diferencia de Chiclayo, no tuve tantas dificultades. Mi prima tenía razón, porque en Lima encontré diversidad de culturas, y más que burlas, recibí respeto y curiosidad. Mis compañeros, muchos de ellos provenientes de la sierra, compartían sus saberes conmigo, y los docentes también eran amables”. 

Allí reafirmó su identidad y despertó en ella el deseo de trabajar por su territorio: “Fue allí donde comencé a sensibilizarme y a tomar mayor conciencia sobre las dificultades que enfrenta mi pueblo. Esa experiencia despertó en mí el deseo de trabajar por mi territorio”. 

El liderazgo en SAIPE

En 2021 ingresó a SAIPE como asistente administrativa y, tras un rápido recorrido, en 2023 asumió la dirección. 

“La primera vez que recibí la propuesta para asumir la dirección de SAIPE no la acepté, porque consideraba que era muy joven y aún no tenía la experiencia necesaria”, confiesa. Sin embargo, con el apoyo de los jesuitas y, especialmente, de Paulo, presidente de la Junta Directiva, decidió asumir el reto. 

Ser la primera mujer awajún en dirigir SAIPE es, para ella, “una gran responsabilidad y un reto constante. Sé que cualquier error podría reforzar la idea de que las mujeres no podemos ocupar este tipo de cargos”. 

Las resistencias las ha encontrado principalmente en algunos hombres de su equipo e incluso en instituciones públicas y privadas, pero no en el seno de las comunidades. “Dentro de las comunidades no he enfrentado resistencias; al contrario, siento mucho respeto y confianza hacia mi liderazgo. Sin embargo, fuera de ellas sí he encontrado muchas dificultades por el hecho de ser joven, mujer e indígena”. 

“Entre mis primeros desafíos estuvieron restablecer la confianza con nuestros aliados de la cooperación internacional, demostrar que podía responder a las exigencias del cargo, actualizar los documentos institucionales, recuperar la confianza de las comunidades y consolidar mi liderazgo dentro del equipo de trabajo”. 

Para ella, este cargo es también una puerta para otras mujeres: “Significa convertirme en un punto de referencia para que otras mujeres de mi territorio también se sientan capaces de asumir liderazgos y transformar nuestra realidad”. 

Mujeres awajún y sostenibilidad 

Las mujeres awajún han sido históricamente guardianas de la soberanía alimentaria y la biodiversidad amazónica. Conocen los tiempos de siembra, la rotación de cultivos y la importancia de la diversidad en la chacra. “Las mujeres indígenas aportan un conocimiento profundo y una sabiduría ancestral en la gestión y conservación de la biodiversidad amazónica. Gracias a ellas se preservan semillas nativas y se mantiene una agricultura sostenible y equilibrada con la naturaleza”, explica Gladys. 

Gladys destaca: “Hoy se empieza a escuchar con más atención la voz de las mujeres, aunque todavía son pocas en espacios de decisión. Muchas han creado asociaciones que fortalecen su incidencia en las problemáticas del territorio. En los últimos años, gracias a la exigencia de una cuota de participación femenina por parte de algunas instituciones, se ha abierto un camino importante”. 

Mensaje y futuro

Su experiencia de liderazgo en SAIPE le ha hecho crecer no solo como profesional, sino también como persona: “He aprendido a escuchar con más atención, a ser más paciente y a ponerme en el lugar de los demás para comprender mejor sus realidades y necesidades. También he descubierto la importancia de fortalecer mi identidad, lo que me ha permitido valorar y aprender cada vez más sobre mi propia cultura”. 

Para ella, el éxito es que SAIPE siga siendo un referente para las comunidades, acompañando procesos sin imponer, y que la sociedad comprenda el papel de las mujeres indígenas, cuyo aporte al desarrollo sostenible es invaluable: “Las mujeres indígenas tienen un conocimiento profundo de la naturaleza, de la comunidad y de la vida en equilibrio con el entorno”. 

Su propósito es claro: “abrir caminos para que otras mujeres awajún también puedan liderar el futuro de su territorio”. Con este mensaje de fuerza y esperanza a las niñas y jóvenes indígenas, Gladys se despide: 

“Nunca se rindan, siempre lleven consigo nuestra cultura, porque en ustedes está el futuro de nuestro pueblo. Ser indígena no significa quedarse atrás; tenemos los mismos derechos que cualquier ciudadano del país”.