Voluntariado. Despedida de Chile:  mujeres y niños y niñas de Colina

Hoy me despido de Colina. Iniciamos nuestro viaje a España. Me invaden sentimientos de tristeza pero también de gratitud. De gratitud hacia las personas que he conocido, mujeres, niños, niñas, monitoras, personas que trabajan en el centro y hermanas.

No sé lo que les he dejado de mí, pero sí sé lo que me llevo de ellas. Me llevo la imagen de mujeres y niños que a pesar de la mayor o menor pobreza y dificultades son gente luchadora y no se dejan de vencer. Me llama la atención que no se quejan ni echan la culpa a los demás, luchan por salir del circulo en el que la vida les ha metido, sin ser responsables de ello. Son personas cercanas y amables. Me llevo amigas y me llevo personas llenas de valores de solidaridad, compromiso, fuerza, valentía y humanidad.

De las mujeres de los talleres, me llevo la ilusión por aprender, emprender, enfrentarse al machismo imperante y querer que sus hijos e hijas tengan un mundo mejor, más justo e igualitario.

De los niños y niñas, me llevo su cercanía, alegría. Cuando los ves no te imaginas la vida tan dura que hay detrás en muchas de las situaciones (maltrato, abusos, abandono familiar,..), pero a pesar de ello en el centro están contentos y se sienten apoyados y seguros.

Y qué decir del centro, lo que más me ha impactado, es el trabajo “invisible” todo el acompañamiento que se hace a los niños y niños, desde acompañarlos en sus necesidades más personales y básicas, médico, ropa…, estar en contacto con los centros educativos  o tener un seguimiento de sus familias para saber cómo se encuentran en ellas. Todo ello desde una planificación y evaluación constante para mejorar las intervenciones.

De las hermanas, me llevo su generosidad y valentía, hay que serlo para abrir su casa y compartir la vida cotidiana con personas desconocidas durante tantos días. Y me llevo la imagen de otra iglesia, una iglesia con compromiso social, compromiso con los más pobres y su coherencia.

A nosotras nos queda seguir andando un camino en el que nos cuestionemos como queremos vivirlo, desde el compromiso social por un mundo mejor, más justo, solidario e igualitario, y unirnos a ellos para que juntos avancemos, o seguir mirando hacia nosotros mismos olvidándonos de los que no tienen, sufren y luchan.

Todos y todas  “podemos” desde las pequeñas cosas de la vida. No podemos permitirnos el “No se puede hacer nada”.

Ana Pizarro
Colina-Chile
18-7-2015 a 18-8-2015

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