Esta semana han comenzado a asistir las mujeres a los talleres. Hay talleres de repostería, medicina natural, computación, manicura, y mordería y tejido. Pretenden que los talleres no sean únicamente espacios de aprendizaje técnico, sino de desarrollo y empoderamiento personal y proyección hacia el exterior, en el sentido de que les posibilite realizar un trabajo y mantenerse.
Las hermanas me han pedido que trabaje con las mujeres en algunas actividades formativas, dedicar un tiempo a esta actividad, cuando asisten al taller.
Aunque hay grupos diferentes toda la mañana, cada grupo solo asiste un día. Esto hace que me preocupe seleccionar, lo más adecuadamente, las actividades a realizar con ellas. No es mucho tiempo el que voy a estar aquí y me gustaría que lo que estamos haciendo les fuera útil de alguna manera. Sin embargo, la primera semana era importante conocernos, saber de nuestra realidad y qué esperamos de los talleres.
Los talleres son muy diversos, en cuanto a edad, de 70 años a 21 años, nacionalidad peruana, dominicana…
En esa toma de contacto inicial, me han llamado la atención algunos aspectos. Gran número de mujeres manifiestan sentirse solas en su ambiente, no tienen oportunidad de comentar y compartir sus necesidades, dificultades o expectativas (los talleres son una oportunidad para ello) y el fuerte machismo existente, además, de la edad tan temprana en la que se emparejan y tienen hijos. Otro aspecto muy presente, sobre todo en mujeres de determinada edad, es la vivencia de la dictadura.
Sin embargo, es impresionante su capacidad de resistencia, su lucha y esfuerzo por superar especialmente el machismo. Eran conscientes de que estaban sometidas, utilizaron varias de ellas la palabra esclavas respecto a sus maridos. Describían su lucha por salir de esas situaciones, a veces no solo teniendo que luchar en el seno de la pareja, sino con la familia extensa. Muchas de ellas habían sufrido en su familia originaria situaciones de maltrato del padre hacia la madre que les hizo plantearse que no era eso lo que deseaban para su vida y tenían que transmitir a sus hijos e hijas otros modelos más igualitarios.
Me emociona esta lucha de la mujer por aprender y transformar esa realidad que las somete. Otra característica que me emocionó fue la actitud de ayuda y compromiso con los demás. Se reconocen solidarias con los otros. Una prueba de ello es el relato de una de las mujeres. Comenzó a reciclar juguetes para llevarlos a otras poblaciones el día de Navidad disfrazándose de viejo Pascuero (papa Noel). Fue una idea de ella, a la que se unió su familia y a la que fueron sumándose otras año tras año.
Hoy pasan parte del año recibiendo y reciclando juguetes, e incluso haciendo actividades que permitan, además, comprar juguetes nuevos. Otro de los aspectos que me llamó la atención de esta generosidad es que a pesar de tener pocos recursos se hacen cargo de otros niños de la familia o conocidos que se encuentran en situación de gran vulnerabilidad.
Todo ello me hace reflexionar sobre los valores de la sociedad en que nosotros vivimos, supuestamente más desarrollada. Me pregunto en qué valores educamos y, sobre todo, en cuáles queremos educar a nuestras futuras generaciones. Cada día estoy más convencida de que debemos abrir la mirada y aprender de otras culturas y enriquecernos juntas.
C. A. R.
Colina-Chile
Ana Pizarro
Ana, me encanta! Conociéndote, no me cabe la menor duda, de que lo hayas dado todo por apoyar a esas personas que lo necesitan.
Por tus palabras, se percibe entusiasmo, dedicación, y satisfacción del trabajo que estás realizando con esas mujeres. Y ellas, seguramente, que están encantadas de compartir contigo toda su vida.
Sigue disfrutando y contágiales de tu humanidad y solidaridad.
Abrazo fuerte. Lola
Me alegro que todo fuera bien
Esas mujeres nos enseñan tanto que empequeñece nuestra vida y quehacer diario,seguro que fuiste muy útil ,cómo afrontan su día a día son admirables