Con motivo del día Mundial del Emprendimiento reflexionamos sobre el recorrido de nuestra entidad y la apuesta por seguir evolucionando
Taller de Solidaridad (TdS) nace hace 20 años como ONG con un compromiso social claro: promover el empleo y el derecho a un trabajo digno de las mujeres en ámbitos de exclusión social.
La erradicación de la pobreza sólo es posible mediante empleos estables y bien remunerados. Casi dos mil doscientos millones de personas viven por debajo del umbral de pobreza de dos dólares al día. La brecha salarial de género en todo el mundo se sitúa en el 23% y, si no se toman medidas, se necesitarán sesenta y ocho años para lograr la igualdad salarial. La tasa de participación de las mujeres en la población activa es del 63%, mientras que la de los hombres es del 94%. Esta situación de desigualdad de las mujeres en el planeta es lo que nos mueve. Una situación que atraviesa continentes, naciones y comunidades. Y, desde aquí, TdS pone en marcha iniciativas y medios para promocionar la inserción laboral, el emprendimiento y el empleo digno como herramienta de transformación social.
Acompañando procesos de desarrollo socio económico a través de modelos participativos
Acompañamos los procesos de desarrollo socio económico a largo plazo de las zonas rurales donde nuestras socias locales de cinco países de América Latina (Guatemala, Nicaragua, Colombia, Perú y Bolivia) realizan los proyectos a favor del desarrollo comunitario basado en un modelo participativo, habiendo favorecido a más de ochocientas personas en 2020. Estas iniciativas que brindan mayores oportunidades económicas y de emprendimiento, fomentan la organización comunitaria, generan grupos de ahorro y otorgan microcréditos para facilitar una gestión eficiente en la puesta en marcha de negocios tanto individuales como colectivos, generando un tejido económico y social más sólido como base para la lucha contra la pobreza y las desigualdades, y garantizando un trabajo digno a los pobladores rurales, así como a las personas de bajos recursos que están en situación de vulnerabilidad en zonas urbano marginales.
El aprendizaje de años trabajando junto a muchas organizaciones audaces, innovadoras y emprendedoras, nos ha impulsado a poner en marcha otras iniciativas de intraemprendimiento social en el seno de la ONG. Identificando nuevas oportunidades, organizando recursos y promocionando alianzas para desarrollar nuevos proyectos, productos y servicios, y trabajando con nuevos segmentos de personas a las que dirigir nuestra intervención.
¿Cómo lo hemos logrado? En primer lugar, sin tener una idea de fin en sí mismo, sino de camino que nos conduce a nuestra misión y a generar el impacto social deseado. De hecho, nada está terminado. Los proyectos, unos más implantados y otros más recientes, están en constante evolución y búsqueda de mejora.
Una actitud abierta a la experimentación, proactiva y encaminada a aprovechar las diferentes oportunidades.
Esta actitud que hemos ido asumiendo a lo largo de estos años nos ha mantenido abiertos a las ideas que han llegado “de fuera”. Siempre atentos al entorno y siendo capaces de adaptarnos a los cambios. Trabajando en red, creando alianzas, cediendo espacio para compartirlo con otros agentes y entidades. Y tratando de promover una cultura organizativa abierta a innovar y donde las personas sienten que pueden proponer nuevas ideas.
Con estos ingredientes, los proyectos productivos y emprendedores de cooperación internacional se convirtieron en la palanca para la puesta en marcha de la importadora de Comercio Justo de Taller de Solidaridad. La crisis económica de hace una década, nos llevó a especializar la importadora en el textil de Comercio Justo como elemento diferenciador en el contexto español, creando la marca “Ropa Hecha con Amor” (RHCA). Con ella queremos demostrar que es posible una alternativa textil ética que produzca y sirva a los mercados locales con procesos de producción más humanos y sostenibles.
En este camino en el ámbito de la Moda Ética y la Economía Social, hemos ampliado nuestra mirada buscando la colaboración de proveedores nacionales. En esta línea como medio para asegurar la provisión de producto y con el ánimo de incrementar nuestro impacto social, impulsamos -junto a otras dos entidades sociales- el “Proyecto Hilandera” como una empresa social que fomenta una economía local y solidaria, y que busca empoderar a mujeres en situación de vulnerabilidad, aportándoles formación y capacitación en el sector textil, así como un puesto de trabajo en condiciones óptimas, en la ciudad de Málaga.
En 2020, la pandemia de la COVID-19 nos impulsa a poner en marcha una línea de producto nueva en Hilandera: las mascarillas. Con su fabricación mostramos que es posible reinventarse en situaciones de crisis y dar respuesta a una doble necesidad social: contener la pandemia y seguir mejorando la vida de las mujeres a través del acceso a un empleo digno. La fabricación de estas mascarillas nos ha dado la oportunidad de seguir manteniendo el taller en marcha y de proteger el empleo de las mujeres que las fabrican. Además, a través de este proyecto, RHCA y Proyecto Hilandera se están abriendo muchas puertas para acercar este modelo de producción ética y sostenible a muchas personas y entidades.
Todos estos proyectos dan pie a múltiples actividades y programas de Educación para la Ciudadanía Global y Transformadora, desarrollados en ámbitos de educación formal y no formal, como “Entreno Conciencia”, para educar a jóvenes y adultos en los valores del Comercio Justo, la igualdad de género y los Derechos Humanos y ODSs a través del deporte.
El trabajo y el emprendimiento se convierten así en herramientas de transformación personal y colectiva, de educación en valores, claves para lograr una sociedad más igualitaria y sostenible.
Y es que las ONGs no podemos permitirnos no ser emprendedoras. Necesitamos una actitud emprendedora para identificar enfoques novedosos que nos permitan responder mejor a los crecientes retos sociales y ambientales, incluyendo emergencias como la actual crisis global provocada por la COVID-19. Y también para detectar nuevas oportunidades económicas que nos permitan superar los actuales modelos de financiación, con vías alternativas de generación de ingresos que apoyen el cumplimiento de nuestra misión. Se trata de una capacidad crítica para la supervivencia y para mantener nuestro aporte de valor en el contexto actual.