María Elena: un referente de emprendimiento femenino

“Me dijeron que no podría, pero decidí seguir adelante”, una frase que recoge la esencia de una mujer emprendedora, que a pesar de las circunstancias decidió creer en sí misma y en sus posibilidades. Ella es María Elena Condori, una de las protagonistas de nuestra exposición fotográfica Enredadas en el cambio.

De visita este mes de junio por España, aprovechó para inaugurar la exposición, y compartir experiencias, vivencias e inquietudes con otras emprendedoras en nuestros Encuentros conscientes. María Elena es una de las participantes del proyecto* de soberanía alimentaria que apoyamos en Perú junto a la a Asociación Jesús Obrero-CCAIJO, gracias a la financiación de la Generalitat Valenciana, con el que acompañamos a 300 personas, que, como María Elena, vieron comprometida la comercialización de su producto a raíz de la pandemia de la COVID-19, y con ello sus ingresos y sus condiciones de vida. 

Gracias a esta iniciativa se han fortalecido las asociaciones y mejorado la comercialización, y se ha trabajado por generar valor agregado en el propio territorio, aumentado así los ingresos de las familias. Además, se ha promovido la autoproducción de alimentos, buscando asegurar la soberanía alimentaria de las familias ante futuras situaciones de crisis.

¿En qué consiste tu negocio?

En la crianza y comercialización de cuyes. Los cuyes son de la familia de los “roedores”, parecidos a los conejos. Tienen la carne más nutritiva de todas las que se conocen y es muy sabrosa, así como fácil de digerir. Empecé con 60 cuyes y ahora tengo 5.000.

El negocio consiste no solo en criar a los cuyes, sino que también le da el valor agregado en sus diferentes presentaciones: los cuyes enteros envasados al vacío, en filetes o troceados. También cuyes vivos para la reproducción, que son seleccionados genéticamente.

Ahora también recibo pasantías, que son intercambios de experiencias con otras personas, o incluso instituciones, que también quieren dedicarse a la actividad de los cuyes.

¿Cuál ha sido el proceso para conseguir levantar tu emprendimiento?

Antes me dedicaba a la crianza de vacuno, pero se enfermaba mucho y estaba yendo muy mal. Entonces, vino un técnico de la municipalidad que me habló de la posibilidad de criar cuyes y me asesoró sobre este negocio. De esto hace ya nueve años.

Se lo comenté a mi esposo, que trabajaba en la mina, pero él no quiso. En aquel momento también tenía una tiendita, así que, a escondidas de mi esposo, sacaba dinero de la tienda, y empecé a comprar algunos cuyes y a construir el primer galpón (que es la casa donde se crían).

Se me presentó una oportunidad para poder vender crías de cuyes. De mi propia crianza solo obtuve 20 pero, de ahí, pude comprar otras crías de otras zonas y así conseguir, por primera vez, hasta 100 crías de cuyes. Gané 10 soles por cada cuye. Esa ganancia la reinvertí en la construcción de más galpones y en más hembras. Cuando ya tenía 4 galpones y unas ventas de 4.000 soles, le dije a mi esposo que ya no fuera a la mina (él ganaba entre 1.500 y 2.000 soles al mes en la mina). Mi esposo no me creía, aunque era visible que cada vez estaba invirtiendo más en el negocio. Le dije que nuestras hijas estaban un poco descuidadas porque yo tenía que dedicarme al negocio, que cada vez crecía más, y al final decidió dejar el trabajo en la mina, vender el ganado que teníamos y la tienda y, junto con todos los ahorros, comprar 3 hectáreas de terreno para la siembra de hierba (comida de los cuyes) y así poder mantener los cuyes que tenemos.

¿Cuáles son los principales obstáculos con los que te has encontrado?

Al inicio, como habíamos invertido todo nuestro dinero, no teníamos como trasladar el forraje (la hierba), así que lo hacíamos nosotros mismos. Luego conseguimos un caballo. A todo esto, se sumaron las enfermedades por el cambio del clima. Pero, gracias al asesoramiento técnico de CCAIJO, pudimos ir superando todos estos obstáculos.

En un principio, no teníamos mucha venta de carne, solo de crías. Poco a poco fuimos asociándonos entre los productores que habían aparecido en mi comunidad para buscar dónde podíamos vender la carne. Apareció una empresa: “La casa del cuye”, que venía a comprar una vez al mes. Como este comprador era el único que había, nos pagaba lo que quería, lo que hizo que algunos se desanimaran en la crianza, pero otros, como yo, continuamos, porque además de vender carne, también vendía las crías.

¿Crees que por el hecho de ser mujer has tenido más dificultades?

Al principio fue difícil porque tenía la carga de los hijos y la carga del emprendimiento, y yo lo asumí todo. Fue complicado por estas dos cuestiones.

¿Has recibido apoyo para crear y desarrollar tu negocio?

Sí, he recibido asesoramiento técnico y algo de materiales. El apoyo de CCAIJO con el camal (matadero), que nos ha proporcionado los materiales para la construcción de la planta, formación y acompañamiento para poder realizar toda la actividad en buenas condiciones. También me dieron ánimo los técnicos cuando tenía problemas con los cuyes.

¿Qué ha supuesto para ti participar en el proyecto de CCAIJO?

Más fuerza, más ánimo. Me daban ese soporte técnico y esa confianza que necesitaba. Ha sido una iniciativa que ha involucrado a toda la familia y que no solo me ha fortalecido a mí, sino a todos. Además, desde CCAIJO, nos han ayudado con la formalización de los documentos y esto nos permite participar en espacios públicos y así poder exponer nuestras necesidades a los gobiernos locales. CCAIJO también nos ayudó a crear la asociación de cuyeros, que ahora organiza talleres, formaciones y pasantías (intercambio de experiencias con instituciones y organizaciones).

¿Y qué supone para tu negocio ser proveedora de la Ruta Ausangate?

Me siento bien, porque doy a conocer mi crianza “granja La chaskita” y las de mis compañeras y la procedencia del producto. Además, siento que estamos logrando obtener productos de calidad y por eso nos prefieren los clientes. De hecho, la demanda de los cuyes ha aumentado y para poder llegar a cubrirla estamos trabajando de manera asociativa.

¿Te consideras una empresaria de éxito?

Si, porque me da ganancias (rentabilidad) y con eso puedo mantener a mi familia. También doy trabajo a personas de mi comunidad para que no vayan lejos a trabajar, y mis cuyes están siendo reconocidos en los diferentes mercados, lo que hace que aumente la demanda.

¿Cómo te ven las mujeres de tu comunidad?

Muchas mujeres se animaron a criar cuyes viéndome. Por la necesidad aprendí a manejar algunos equipos y maquinarias, como la cortadora de pastos o la moto carga para el traslado del forraje (alimento del cuy). Ahora muchas mujeres de mi comunidad hacen lo mismo y ya no dependen mucho del varón. Al momento de vender los cuyes, nos organizamos para poder vender todas. Me ven como una líder, pero también hay mujeres que lo ven mal, me tienen envidia y a veces comentan cosas malas.

¿Qué les dirías a las mujeres que quieren emprender o que buscan una salida de futuro para ellas y sus familias?

Que busquen una oportunidad, y que, aunque al principio van a tener muchos problemas, no deben rendirse, que pidan asesoramiento para que su emprendimiento salga adelante.

¿Qué supone para ti haber venido a España, participar en estos Encuentros con otras mujeres emprendedoras y ser una de las protagonistas de la exposición Enredadas en el cambio?

No pensé viajar a España, es como un sueño. Gracias a mi esfuerzo con mi emprendimiento pude salir de mi país y conocer a otras experiencias., otra gente. Me he sentido valorada y reconocida, y regreso feliz de haber compartido mi experiencia con otras emprendedoras y encontrar problemas similares al momento de empezar con el emprendimiento. Regreso fortalecida para poder seguir con mi emprendimiento y compartiré todo lo aprendido con mis socias.

* Proyecto “Fortalecimiento de la soberanía alimentaria de familias productoras campesinas de los distritos de Ccatcca, Ocongate, Andahuaylillas y Huaro, como respuesta resiliente a situaciones de crisis, Perú”.