El cambio climático es una realidad que impacta con mayor fuerza a las poblaciones vulnerables, exacerbando desigualdades y forzando migraciones internas en busca de oportunidades. En el Día Mundial del Clima, es fundamental visibilizar cómo este fenómeno afecta especialmente a las mujeres en contextos de inseguridad alimentaria y falta de oportunidades. En Taller de Solidaridad a través proyectos de cooperación en Bolivia, Nicaragua y Perú, se están implementando soluciones sostenibles para mitigar los efectos del cambio climático y promover el empoderamiento de estas comunidades.
Bolivia: Huertos urbanos en Cochabamba, un refugio para mujeres migrantes
En Cochabamba, la crisis económica y climática ha obligado a muchas mujeres campesinas a abandonar el campo y migrar a la ciudad en busca de oportunidades. Sin embargo, la falta de empleo y la vulnerabilidad social las han colocado en situaciones críticas de pobreza y violencia. A través de un proyecto de huertos urbanos, estas mujeres han encontrado una alternativa sostenible para mejorar su seguridad alimentaria y su autonomía económica.
Feli Valda Castellón, una de las participantes, relata: “Antes dependíamos completamente de los mercados para comprar verduras, ahora con los huertos en nuestras casas, no solo tenemos alimentos frescos, sino que hemos reducido gastos. Este proyecto ha cambiado nuestras vidas”.
Además, la iniciativa promueve el aprovechamiento del agua, la reforestación y el uso de técnicas agroecológicas, abordando de manera integral la problemática de la inseguridad alimentaria y la crisis climática en la región.
Una iniciativa en la que participan setenta mujeres y sus familias gracias a la colaboración del Concello de Santiago de Compostela.
Nicaragua: Emprendimiento juvenil en el Corredor Seco
El Corredor Seco Centroamericano, donde se encuentra el departamento de Madriz, enfrenta sequías prolongadas que afectan gravemente la producción agrícola y la seguridad alimentaria de sus habitantes. La falta de oportunidades de empleo y financiamiento agrava la situación, especialmente para los jóvenes y las mujeres.
Para revertir esta realidad, se ha impulsado un programa de formación y emprendimiento dirigido a jóvenes de entre 18 y 35 años, priorizando a madres solteras y migrantes retornados. A través de capacitaciones en agroecología y negocios sostenibles, así como la creación de grupos de auto-ahorro y cooperativas, estas comunidades están encontrando nuevas formas de generación de ingresos compatibles con el clima.
Gracias al apoyo del Ayuntamiento de Madrid, el proyecto continúa impactando a 200 jóvenes (75% mujeres) en 8 comunidades rurales, ofreciendo una vía de desarrollo sostenible y resiliente ante la crisis climática
Perú: Apicultura para el desarrollo en la sierra Andina
Las comunidades campesinas en la Sierra Andina dependen de una agricultura de subsistencia que se ve seriamente afectada por las condiciones climáticas extremas y la falta de recursos. En la provincia de Quispicanchi, un proyecto de apicultura sostenible está permitiendo a 200 personas, en su mayoría mujeres de origen quechua, mejorar sus condiciones de vida a través de la producción de miel y derivados.
La iniciativa busca fortalecer la cadena de valor apícola con un enfoque de economía social circular, facilitando acceso a insumos, equipamiento y capacitaciones. Además, promueve la creación de marcas distritales y el acceso a fondos estatales para consolidar los emprendimientos locales.
“La apicultura nos da una oportunidad de generar ingresos sin depender exclusivamente de la agricultura tradicional. Con capacitaciones y apoyo técnico, podemos mejorar nuestra producción y acceder a nuevos mercados”, explica una de las 120 mujeres que participan en esta iniciativa que cuenta con el apoyo de la Generalitat de Valencia.
Capacitación para el empleo y autoempleo
Estos proyectos demuestran que la cooperación al desarrollo es una herramienta clave para fortalecer la resiliencia de las poblaciones vulnerables ante el cambio climático. A través de soluciones sostenibles, inclusivas y basadas en el conocimiento local, las mujeres y comunidades afectadas por la crisis climática están logrando transformar sus vidas y garantizar un futuro más seguro y equitativo.
Más allá de la seguridad alimentaria y la generación de ingresos, estas iniciativas permiten a las comunidades volver a conectar con la tierra y adoptar prácticas sostenibles que benefician tanto a las personas como al medio ambiente. A través del cultivo orgánico, la apicultura y la reforestación, se promueve una relación más armoniosa con la naturaleza, mitigando los efectos del cambio climático y fortaleciendo la biodiversidad local.
El cuidado del planeta se convierte en un eje central en estos proyectos, fomentando el respeto por los ciclos naturales, la conservación de recursos y la reducción del impacto ambiental. De esta manera, las comunidades no solo encuentran nuevas oportunidades de desarrollo, sino que también se convierten en guardianes activos del medio ambiente, asegurando un futuro más sustentable para las próximas generaciones.